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La cotidianidad de la elaboración de bolillos en el interior del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente cambia al llegar la época de Día de Muertos, donde el equipo de Alejandro Pérez, interno de ese penal, comienza la elaboración del pan de muerto.

Separados de las 25 personas que trabajan en la panadería en el interior del penal, ocho hombres, quienes purgan una condena por delitos cometidos en las calles de la Ciudad de México, se dedican a preparar el tradicional alimento, mismo que es vendido en el exterior.

En la mesa donde se elaboran todas las piezas de pan, hay una mezcla con un color diferente a la del bolillo, son cuatro personas las que manipulan esa masa y crean pequeñas esferas y las van colocando en las charolas.

Reclusos venden pan de muerto para apoyar a su familia
Reclusos venden pan de muerto para apoyar a su familia

Todos los días este grupo llega a la panadería a las siete de la mañana y comienzan con la elaboración de este pan, que sólo realizan en las últimas semanas de noviembre; divididos, unos acercan los ingredientes, mientras otros los colocan en las batidoras industriales para hacer la mezcla.

En esta temporada realizan alrededor de 400 panes de muerto diariamente, aunque puede variar debido a los pedidos que tengan y aumentar su producción hasta a 2 mil piezas. Desde hace algunos años, las personas externas pueden hacer sus pedidos con los encargados del proyecto.

En el centro de la Ciudad de México Julio César trabajó en un panadería como francesero, pero desde hace tres años está en el Reclusorio Oriente por el delito de robo. Al llegar al centro de reclusión tuvo que esperar un año para ser aceptado en la panadería y ahora es uno de los encargados de hacer la repostería.

Reclusos venden pan de muerto para apoyar a su familia
Reclusos venden pan de muerto para apoyar a su familia

Julio César es un hombre de aproximadamente 45 años, en silencio se dedica a hacer las bolitas y cuidadosamente coloca los “huesitos”, no sabe mucho del significado del pan de muerto, pero sabe de su importancia porque es uno de los productos principales en las ofrendas de las casas mexicanas.

Después de dejar reposar unos minutos para que los panes esponjen, las charolas son introducidas en un horno a una temperatura de 150 grados centígrados por alrededor de 12 minutos, acompañando a los más de 20 mil bolillos y teleras que se realizan para la comunidad penitenciaria.

Para terminar los panes, los internos derriten mantequilla y con ella barnizan las piezas para después ponerles azúcar y dejarlos enfriar.

Reclusos venden pan de muerto para apoyar a su familia
Reclusos venden pan de muerto para apoyar a su familia

Por cuarto año consecutivo reclusos elaboran pan de muerto para vender en las calles, ahí participan 118 hombres y mujeres de los reclusorios preventivos varoniles Norte, Oriente, Sur, la Penitenciaría y el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, y de acuerdo con la Subsecretaría del Sistema Penitenciario, esta actividad sirve para apoyar su economía y su rehabilitación social, pues antes de iniciar en el proyecto tomaron clases de panadería.

“Es un gran esfuerzo de los internos donde también se benefician sus familias, porque reciben una cantidad de los panes vendidos, como un salario y muchos lo dan a sus familias para que se puedan sostener, pues son el principal sustento”, dijo José Manuel Villafuerte Ocampo, coordinador del Programa Pan de Muerto en Reclusorios.

Reclusos venden pan de muerto para apoyar a su familia
Reclusos venden pan de muerto para apoyar a su familia

Los internos recordaron que con la elaboración del pan de muerto inicia la temporada más fuerte, pues después comienza la elaboración del pan navideño y la rosca de reyes, aunque también han realizado pasteles en las bodas comunitarias que se llevan a cabo en los penales de la Ciudad de México y realizan los bocadillos de algunos eventos de gobierno.

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