Las mujeres que en enero aparecieron muertas, envueltas en cobijas y con bolsas negras de plástico en sus cabezas, en Ixtapaluca y Tlalmanalco, “eran mi madre y mi hermanita”, explicó Ana Paola, joven que vive la pandemia por el Covid-19 con agobio y desamparo, pues sus audiencias fueron canceladas ante la emergencia sanitaria.

Fue un doble feminicidio “que terminó con mi familia y del que yo me enteré una semana después, porque mi madre y mi hermanas vivían en Ixtapaluca y yo con mis abuelos maternos en Morelos”, lamentó Ana Paola.

El 21 de enero de este año, aparecieron en sitios distintos, los cuerpos de dos mujeres. Ambas con bolsas de plástico en la cabeza y envueltas en cobijas, una en los Hornos de Santa Bárbara , Ixtapaluca , y la otra mujer a unos 25 kilómetros de distancia en Tlalmanalco, en la carretera federal Cuautla-México, en San Antonio Tlaltecahuacán.

La noticia de las “encobijadas”, Ana Paola la leyó en los periódicos y fue cuando ella reconoció su cobijita y la de su hermana, con las que envolvieron los dos cuerpos.

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El martes 21 de enero, “las empezamos a buscar. Mi mamá ya no se presentó a trabajar, ella era Policía Federal . Confirmamos que estaban desaparecidas el jueves 24 de enero”, relató la joven.

La Fiscalía General de Justicia del Estado de México, inició la carpeta de investigación TLA/TLA/00/MPI/918/00818/20/01 y TLA/TLA/TLA/104/023343/20/01, el 25 de enero de 2020, por la desaparición de Leticia Gutiérrez Gutiérrez, de 43 años de edad, y de su hija Ximena, de 13 años de edad, pese a que los cuerpos ya estaban en el servicio médico forense.

Fue hasta la última semana de enero, cuando ambas fueron identificadas, las cobijas fueron fundamentales para su reconocimiento, “porque eran las cobijitas de mi hermana y mía”, las que fueron usadas para envolverlas y dejarlas tiradas en puntos distantes, lamentó Ana Paola.

Han pasado dos meses “y aún no hay detenidos y no sé si el homicidio de ellas ya esté reconocido como feminicidio”, no sólo por las autoridades de la Fiscalía mexiquense , sino por la Policía Federal, corporación a la que mi madre sirvió por más de 10 años, señaló la joven de 19 años.

La pandemia del Covid-19 propició que las citas en la Fiscalía mexiquense fueran diferidas a una fecha aún indeterminada, en tanto Ana Paola sobrevive con sus abuelos que son adultos mayores de escasos recursos, sin haber sido atendida por la comisión de atención a víctimas, sin apoyo terapéutico, legal ni económico.

cev

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