Toluca, Méx.— Los productores de velas, veladoras, ceras y cirios tampoco auguran un buen cierre de año, pese a que noviembre es su mejor temporada, este 2020 la pandemia por Covid-19 derritió las posibilidades de obtener los ingresos que cada año reciben cuando se colocan los altares para el Día de Muertos.

Cirilo Araujo Martínez es propietario de un taller de ceras ubicado en Santa Cruz Atzcapotzaltongo, en la ciudad de Toluca.

Es uno de los 12 espacios artesanales dedicados a la elaboración de velas de todos tamaños, y junto con su hermano, son la segunda generación de su familia dedicados a este oficio, al que ahora dan continuidad sus hijos.

Pese a que desde hace una semana están trabajando a 100%, porque se avecina la temporada alta, este año sólo van a producir seis toneladas, la mitad de lo que fabricaban anualmente.

“Todo redujo, pero los costos subirán 20%, porque también la gente no compra producto caro, antes de la pandemia gastábamos entre 27 y 28 mil pesos de inversión para una tonelada, ahora se elevó a 33 mil pesos sólo en parafina, sin contar el gas, mecha, mano de obra y otros gastos, que significan hasta 5 mil pesos más”.

Indica que las velas que más se consumen, que son veladoras de tamaño chico, costaban 14 pesos antes de la emergencia sanitaria, ahora están en 16 pesos, pero no apuestan por una venta similar a la del año pasado.

Estas ceras, dice, llegan a diversas regiones del estado, pero lo que vendían en otras entidades fueron suspendidos porque algunos contactos comerciales cerraron, otros pidieron apenas 10% de lo que solicitaban antes, y en algunos casos es imposible que llegue el pedido porque no hay suficientes medios de transportación.

El proceso es artesanal, inicia con una mecha colgada en un riel, cordón que bañan con parafina líquida en cada vuelta, hasta que toma el grosor deseado, se lleva un promedio de una hora para sacar 100 velas por aro. Después se enfrían, las cortan y empaquetan.

“Lo industrializado ha hecho lo suyo, pero aquí el consumidor no quiere ese tipo de velas, les gusta más las que hacemos a mano, piden pabilo trenzado, que no ponen las empresas por mayoreo, y es que el empleado artesanalmente se mantiene encendido, no se chorrea y tiene durabilidad”, comenta el artesano.

El pabilo es de algodón y cada parte del proceso se va ajustando a las necesidades del cliente, por ejemplo darle forma, tamaño, peso a las velas.

Para estos artesanos, noviembre era el mes esperado, cuando crecen hasta 90% la venta, pero este año no será así, pese a que la gente valora la mano de obra, es difícil que decidan gastar en velas por encima de la comida.

Cirilo añade que para adorar a los difuntos grandes la vela que compran sus clientes son de tres en un kilo; para los chicos son de cuatro en un kilo, y para los angelitos o niños son las velas chicas.

“Hay una, por ejemplo, muy pequeñita que es para los niños bebés que no nacieron, esa tiene un precio de 10 a 12 pesos”, manifiesta Cirilo Araujo.

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