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Toluca, Méx.— Toluca es la segunda ciudad en México con la mayor cantidad de museos, con un total de 24 de espacios; sin embargo, no ha logrado colocarse en el país como un referente cultural, pues la mayoría no eran aprovechados y no tenían un guion museográfico que atrapara las miradas o el interés del público, admitió la secretaria de Cultura, Marcela González Salas y Petricioli.

A la dependencia le llevó dos años lograr su objetivo y, aproximadamente, 12 mil millones de pesos convertir los museos en un Corredor de la Plástica Mexiquense que permite a la gente apreciar el legado plástico y arquitectónico del Estado de México y que podrían ser su emblema, por encima de la violencia, los feminicidios o el tráfico diario, dijo la titular de Cultura.

La secretaria admite que los recintos culturales eran un caos, donde todo lo expuesto competía entre sí, dejando de lado su objetivo primario que es “trastocar la vida, la mente y el alma de los visitantes”.

En todos lo casos, dice, se hizo una nueva narrativa museográfica y guiones que brindan frescura al legado y atrapan los sentidos del visitante. Se comenzó por mostrar a Leopoldo Flores en toda su magnitud en el Museo de Arte Moderno, donde se encuentra el Periplo Plástico, además de un serial de cristos que forman parte del trabajo que el artista quería hacer como parte de su explicación sobre la historia de la humanidad, la lucha entre el día y la noche o el bien y el mal.

Para ese museo aprovecharon la tecnología, pues hay obras iluminadas con led. También rescataron de las bodegas obras —propiedad del gobierno estatal— de Siqueiros, Montenegro, Antonio Ruiz El Corcito, Ramos Juárez y Orozco.

“Esta transformación de los museos de la plástica nace desde la campaña del gobernador Alfredo del Mazo. Nos reunimos con Rafael Huerta y Alfonso Sosa, coincidimos que en abril de 2017 hubo muchos problemas en Oaxaca, pero la gente no se acuerda del estado por eso, sino por su gastronomía, su movimiento plástico y las ruinas arqueológicas, mientras que del Estado de México sólo piensas en tráfico, inseguridad y feminicidios”, explicó.

De ahí, dijo, al revisar los museos del centro detectaron que las casas donde se encuentran “son joyas arquitectónicas del siglo XVIII y XIX que se perdieron en los años 70, en una falsa idea de modernidad”, pero sobrevivieron el Museo del Paisaje José María Velasco, el del Retrato Felipe Santiago Gutiérrez y el Taller Luis Nishizawa.

El ahora taller-escuela José María Velasco tiene una nueva imagen. La meta es convertirlo en dos años en un referente como escuela de pintura.

El Museo del Retrato Felipe Santiago Gutiérrez, en honor al artista del siglo XIX, concentra obra de sus contemporáneos y con la nueva museografía se puede apreciar a Anguiano, Gustavo García Bustos, Germán Gedovius, González Carrasco de Otumba y otros pintores de la segunda mitad del siglo XIX que estudiaron en La Esmeralda la idea de la pintura figurativa.

Conectados a través de un pasadizo del siglo XVIII, es posible llegar al Museo Nishizawa. Ahí el objetivo es albergar alumnos del maestro que impartirán clases de pintura y en un tiempo poner en pie el horno de alta temperatura para dar continuidad a las obras de cerámica.

Este proyecto incluye la transformación del antiguo Museo de Numismática, que pasó al Centro Cultural, el cual proyectan modernizar dada la importancia de contar la historia de un país a través de sus monedas, será una combinación con un museo de economía interactivo.

En la casa donde estaba dicho recinto, al ser una de las más emblemáticas de Toluca, fue rescatada para mostrar cómo vivían las familias de cepa del siglo XIX y el XX.

La ahora llamada Casa Toluca 1920 fue remodelada y restaurada en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Ahí se impartirán seminarios y talleres en coordinación con instituciones como la UAM, la UNAM o de historia de Toluca o del Valle de Toluca.

La expectativa, agregó la funcionaria, es que cuente con un restaurante y que haya conciertos semanales de jazz, música del medioevo, barroca o rock.

El nombre que le dieron, dijo la titular de la dependencia, es porque ese año es emblemático para la lucha de las mujeres, una época en la que inicia la historia de la sociedad mundial, pero particularmente de este sector.

La casa cobró vida con muebles de finales del siglo XIX y piezas como una vajilla pintada a mano de 1895 que la familia Petricioli donó.

Así, precisó la secretaria de Cultura, se consolidó un cambio en los museos que ya no inspiraban ni daban respuestas. “Cuando iniciamos todo esto, pregunté qué debe tener un museo y decidimos que, como dijo un apreciado colaborador, se trata de salir diferente, de sentirse orgulloso de ser mexiquense”.

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