Atizapán de Zaragoza, Méx.— La mamá de Flor Nínive murió añorando el reencuentro con su hija. Toda su familia guardaba esa esperanza, pero el caso dio un vuelco radical cuando la tarde del martes su credencial de elector apareció en la casa de Andrés “M”, feminicida serial de la colonia Lomas de San Miguel.

Flor acababa de cumplir 38 años cuando desapareció en Tlalnepantla, fue vista por última vez en su departamento de la Unidad Habitacional Tejabanes, donde vivía con sus dos hijas, de entonces 15 y 16 años.

“Llevamos cinco años esperando cualquier cosita que nos diera señal de ella, su madre le mandaba mensajes por Facebook, porque todavía está abierto su perfil, pidiéndole que se comunicara con ella.

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“Nunca dejó de esperarla y acaba de fallecer en octubre, se fue sin saber de ella, pero pensamos que fue mejor que no haya sabido qué pasó realmente”, narró Gabriela, sobrina de Flor.

A principios de la década de 2000, Flor vivió un par de años en Nuevo León con su hermana María y su madre, pero decidió regresar a la metrópoli capitalina y formó su propia familia.

Trabajaba como mesera y vendía productos para sostener a sus dos hijas, pues se separó de su pareja. Aquel 16 de octubre de 2016, sus dos pequeñas salieron con su papá, mientras Flor, a quien le gustaba la música de banda, se quedó en su departamento.

“Se quedó solita en su departamento, lo que sabemos es que ella simplemente salió con su teléfono, su cargador y su secadora de pelo color negra que hasta (…) en las fotos que han divulgado se ve entre las pertenencias que tenía el señor, se salió y ya no contestó su teléfono toda la tarde y no supimos más y ahí comenzó todo el calvario”, añadió Gabriela.

Las víctimas del asesino serial de Atizapán

Al no saber de ella, su hermana acudió a presentar la denuncia ante la otrora Procuraduría General de Justicia mexiquense (PGJEM). Como un presagio funesto, un día antes de su desaparición, Flor publicó una imagen en la que pedía a Dios que protegiera a sus hijos de la maldad y la violencia.

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“La llegaron a captar en cámaras de varias tiendas de la avenida principal, la vieron salir de su casa con una bolsa negra con sus pertenencias, pero hubo un momento en que se perdió y ya no se supo qué rumbo tomó”, compartió la familiar.

Durante casi un lustro, su familia esperó un mensaje o alguna señal porque pensaban que quizá había decidido tomar sus cosas e irse a hacer otra vida.

Casi habían perdido toda esperanza hasta que la tarde del martes, la hermana comenzó a recibir mensajes acerca del hallazgo de una identificación de Flor en la vivienda cateada por las autoridades, que ha conmocionado a los vecinos.

“Al saber la noticia mi tía se dirigió a la fiscalía para llevar la papelería de la desaparición y qué es lo que ocuparían si en dado caso fueran los restos, lo único que tienen es la credencial y las pertenencias que podría haber la posibilidad que fueran de mi tía”, agregó Gabriela.

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