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Ciudad Sahagún, Hgo.— En 1969 llegaron a México los primeros trenes para el Metro desde Francia; en ese momento se pensó que no se podía depender de otro país para la construcción de los convoyes.

Pero en 1973 el gobierno mexicano, asesorados por la firma francesa Alstom, decidió comenzar su propia producción en la empresa paraestatal Concarril.

“Fue una revolución y un proceso de aprendizaje, no estábamos acostumbrados a un trabajo tan fino y acabados tan lujosos, tuvimos que buscar la manera de adaptar todo para que quedara bien y funcionara,” comparte en entrevista para EL UNIVERSAL Rogelio Ramírez Vega, de 81 años, quien perteneció por 21 años al Departamento de Diseño de Concarril.

Don Rogelio recuerda que una representante de la embajada francesa vino a capacitarlos para que pudieran interpretar los planos. “Fue una hazaña esto de realizar los primeros Metros, empezando por los planos. Teníamos que ‘traducirlos’ del francés y del sistema europeo en el que estaban bosquejados al sistema americano y al español, hasta me compré un diccionario industrial español-francés para entender mejor”, menciona.

Arturo Landaverde Morán, de 82 años, trabajó alrededor de 29 años en la empresa. Él estuvo en los talleres de soldadura. “A mi me tocó realizar los dispositivos del bastidor del Metro [los moldes de las piezas que se utilizan para la construcción] en los que me tardé al menos unos cinco o seis meses en hacerlos con otras dos personas”.

Bajo todo pronóstico, los primeros vagones del Metro hechos en México llegaron a principios de 1976 con el modelo NM-73 y con el visto bueno de los asesores franceses, quienes se asombraron por la capacidad de los mexicanos.

“Los supervisores franceses recorrían los talleres y observaban cómo trabajábamos, al menos en el área de subensambles todo era casi artesanal”, dice Alejandro Castro, quien trabajó en los talleres de Concarril por 21 años.

Los asientos, del vinil a la fibra. Uno de los cambios más notorios fueron los asientos. Los europeos eran acojinados y forrados en vinil azul; sin embargo, era fácilmente destruidos, por lo que se optó por cambiarlos por un material más resistente: la fibra de vidrio.

Don Rogelio tuvo la encomienda de diseñar el nuevo asiento.

“Los primeros modelos que yo hice en fibra de vidrio fueron de color verde porque en una ocasión vino el director del Metro a los talleres de Sahagún y vió uno en ese color y le gustó. En cuanto al relieve está ideado para que dé la impresión de estar ‘acolchonado’.

“Para hacerlo me fui a Tepito a comprar unos plásticos que tuvieran esa textura”, cuenta.

Todos recuerdan con nostalgia la época productiva de la empresa, la cuál fue comprada en 1992 por la canadiense Bombardier.

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