Las “vías malditas” de la son el terror de los motociclistas que constantemente derrapan sobre ellas; vecinos adjudican los accidentes a los rituales de santería que se hacen sobre los rieles.

El tramo ferroviario que se encuentra en la Av. Ferrocarril Hidalgo, a la mitad del tramo entre Oriente 171 y Talismán, tiene fama no porque todos los días a las 10 de la mañana sobre él pasa un viejo tren de carga, sino porque es el terror de los bikers .

Algunas personas que conocen este lugar aseguran que el motivo de las constantes caídas de motociclistas se debe, cuentan, a la actividad de santería que se practica en las veredas de la vía férrea.

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“Están duros (los accidentes), se quedan ahí tirados y no se levantan. Yo digo que es por la santería, vienen los santeros y hacen su trabajos, tiran cabezas de gallinas, de chivos […] y riegan la sangre ahí, por eso son constantes las ”, narró Samuel Pérez, vecino desde hace 13 años de la colonia Granjas Modernas, GAM.

En efecto, a menos de un metro de la acera que le abre paso a un callejón que conecta a la Av. Ferrocarril Hidalgo con Talismán, comienza una zona que conforme se camina sobre ella, se va llenando de suspenso: hay que aguantar la respiración porque es insoportable el olor a animales en estado de descomposición, además se tiene que andar con sutileza para evitar resbalarse con sangre que a pesar del sol, permanece fresca sobre la grava.

Conforme se avanza se hallan bolsas con ropa interior, cocos secos, veladoras a medio quemar, cabezas de aves agusanadas y una infinidad de huesos y cráneos de todos los tamaños, incluso, alguno con unos tétricos cuernos, que hace recordar por qué los colonos adjudican a energías malignas las constantes colisiones moteras.

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“Los trancazos están al día para los motociclistas, ha de ser una energía por mal que hacen los santeros, date cuenta, más para atrás está todo tirado, hay muchas cosas de animales, sangre, de todo”, agregó el vecino.

Este sitio también es conocido en redes sociales como , debido a la forma en la que muy seguido derrapan los motociclistas, pues parece como si una extraña fuerza los atrajera para provocar las aparatosas caídas.

Lo cierto es que, a pesar de los relatos paranormales que permanecen en el imaginario colectivo, hay una razón menos escalofriante: esta es la lluvia como principal factor, ya que es precisamente en estos tiempos de precipitaciones pluviales cuando las vías que se asoman de la cinta asfáltica, al humedecerse dejan vulnerables a los conductores que viajan sobre dos ruedas, lo que provoca que pierdan el control de su moto y terminen derrapándose.

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