Diez horas y 25 minutos después del atentado contra Omar García Harfuch, a las 16:50 de ese viernes 26 de junio de 2020, el policía primero de Investigación, Mario Quintana Guerrero, placa 847343 de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, circula junto con su pareja policial a bordo de la unidad número MX-254 C1.

Va por la calle Concepción, en la colonia Pueblo de Santa Catarina Yecahuizotl, en la alcaldía Tláhuac, a 35 kilómetros de distancia de donde había ocurrido el ataque contra su jefe. Se tras-ladan en un convoy con dos unidades más, una de ellas tripulada por mujeres policía.

“Realizábamos labores propias de nuestro cargo, a fin de abatir el índice delictivo en la alcaldía Tláhuac”, declara más tarde el compañero de Mario ante la fiscalía capitalina, consta en la carpeta de investigación CI-FIAR/C/UI-3 C/D/00037/062020, a la cual tuvo acceso EL UNIVERSAL.

Se trataba, lo sabrían más tarde, de El Vaca o La Vaca, miembro relevante del Cártel Jalisco Nueva Generación.

También observan a un segundo sujeto, fornido, moreno y con pelo y barba entrecanos, de unos 60 años, tenía un arma fajada en la cintura, y el tercer individuo, un chavo flaco de 20 años, también llevaba un arma larga en su mano derecha.

El primer hombre no ve a los policías y se acerca a una camioneta Dogde Durango placas NBK-2592 del Estado de México. Adentro hay dos mujeres. El sujeto entrega una bolsa de plástico con hierba verde seca. Pero la tensión sube al tope cuando ven que el hombre entrega a la mujer una granada.

Cuando hacen por detenerlos, la conductora de la Durango intenta huir, pero son detenidos por las mujeres policía.

Mario Quintana, su compañero y los otros dos agentes descienden rápidamente de sus vehículos. Uno da cobertura perimetral y los otros tres amagan a los civiles armados.

El que entrega la granada se identifica como José Armando Briseño de los Santos, El Vaca.

Le encuentran 423 bolsitas de plástico con cocaína, un celular Motorola G5 y el arma larga AR-15, tiene un cargador abastecido con seis cartuchos útiles, cuando normalmente hay espacio para 25 tiros.

Al segundo sujeto, Ricardo Rey Cañas Ruiz y a Bruno Luis Bravo Figueroa, también les aseguran armas.

A las 17:03 horas Mario reporta la detención.

Cuando los tres son conducidos a las patrullas, El Vaca les propone un trato:

—Si nos dejan ir les doy 50 mil pesos. Lo único que tienen que hacer es dejarme entrar a la casa.

—Guarde silencio. Ese es uno de sus derechos. Responde uno de los policías.

Los detenidos insisten:

—Es mejor que agarren el dinero. Si le atoran al bisne, les damos un poco más.

Mario interviene:

—¡Guarden silencio! Ofrecer dinero a la autoridad también es delito, cohecho.

En ese momento El Vaca cambia la estrategia: amenaza.

—No saben el pedo en que se acaban de meter: yo soy el chingón del Cártel Jalisco Nueva Generación. Corre por mi cuenta que a los cuatro se los va a cargar la chingada, aunque me tenga que ir al reclusorio.

A las 17:08, El Vaca y sus cómplices estaban en las patrullas y media hora después son entregados en la fiscalía.

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