A pesar de las restricciones que han impuesto las autoridades federales y locales para evitar más contagios del Covid-19, los vendedores de drogas al menudeo no han mermado la venta de marihuana, cocaína y otras sustancias de fabricación casera. El miedo de contraer el coronavirus no intimida ni a los adictos ni a los vendedores, pues ambos se las ingenian para conseguir su dosis.

Aunque, de momento, los narcomenudistas no están en las calles o en bares, cantinas o restaurantes de moda, los enervantes siguen fluyendo de manera más discreta, lo que incluso se ha reflejado en la disminución de las detenciones por portación de droga para venta durante los últimos 30 días, de acuerdo con cifras de la Fiscalía General de Justicia (FGJ) local.

Se consignaron a las autoridades correspondientes apenas 175 imputados por narcomenudeo, mientras que durante el mismo lapso, pero del año pasado, los detenidos por el mismo delito superaron las 300 personas, lo que refleja que aunque la droga sigue circulando en la Ciudad, la comercialización se hace de otra manera por la contingencia y no hay tantas detenciones.

“Los clientes más frecuentes ya nos conocen, entonces nos ponemos de acuerdo por WhatsApp, acordamos un punto y listo, de esa manera tenemos años vendiendo y ahora es lo mismo. Las policías, las autoridades del gobierno capitalino y hasta la misma gente sabe que la droga siempre va existir, cómo se vende es lo de menos”, comenta entre risas El Roger, quien opera en cantinas ubicadas sobre avenida Juárez, Bucareli y en las inmediaciones de la Alameda Central.

El dealer reveló también que, desde hace varios años, las entregas se hacen a través de motonetas, bicicletas y recientemente hasta en patines del diablo; incluso, los nuevos vendedores no ocupan vehículo, ahora los rentan, sobre todo para el trasiego de la droga en el primer cuadro de la Ciudad, en el corredor Roma-Condesa, Zona Rosa y avenida Reforma.

El hombre asegura que se toman las medidas necesarias para evitar los contagios: todo se entrega con guantes y tapabocas, pues la orden que recibieron de los surtidores es no contagiar a los clientes, pues para cuando eso pase, “el negocio en verdad se vendría abajo”.

“No somos tontos, ni los clientes. Sabemos que hay un problema grave de salud y en la medida de lo posible nos cuidamos, no podemos afectar a la gallina de los huevos de oro, tenemos que cuidar a quienes nos compran”, concluye.

Durante esta cuarentena impuesta por las autoridades, las drogas llegan a las puertas de las casas como si fueran comida, incluso, los traficantes se disfrazan de repartidores. Bajo esa fachada, nadie les cuestiona y el enervante sigue llegando y circulado por calles de la Ciudad sin problema.

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