“Se siente rara la pista, como si quisieras patinar en plástico porque se atoran los patines, pero la diversión es lo importante”, relató Adrián Guzmán, un padre de familia, quien acompañó a sus hijos a la Ecologísssima que se encuentra en el Zócalo de la Ciudad de México.

En su primer día de estar abierta al público, las filas para patinar en la pista que simula estar hecha de hielo, pero en realidad es acrílico, llamó la atención de visitantes de otros estados del país como Puebla, Morelos y Estado de México.

Adrián Guzmán, originario de Toluca, estaba preparado para el frío que podría haber en la Ecologísssima; sin embargo el consideró que fue un error ir tan abrigado, puesto que en la pista se encuentra al rayo del sol y “no se simula mucho el frío”.

Al ser entrevistado por EL UNIVERSAL, mostró cansancio por el esfuerzo de patinar, incluso tuvo que sacar de su bolsa papel higiénico para limpiarse el sudor que escurría por su rostro.

Cerca de las 10:40 del domingo, las filas eran pronunciadas para acceder, y aunque hubo momentáneamente confusión para el acceso, el personal de staff dio las indicaciones para que los visitantes no se desesperaran.

Quienes realizaron su registro previamente por la página de internet de la Ecologísssima ingresaron sin premura, se midieron sus patines y se deslizaron en la gran tabla blanca, nombre que le puso María Álvarez, de 18 años de edad, originaria del estado de Puebla.

“Accedimos muy rápido, es la segunda vez que vengo a la Ciudad de México a la pista de hielo y a diferencia del año pasado, la sentí más difícil, pero como te dicen en el staff: ‘Tienes que hacer un poquito de esfuerzo y después ya te vas solito’. Parece una tabla blanca como las de cocina”, compartió María, quien se encontraba acompañada de sus padres y hermanos.

Al ritmo de música navideña, niños, jóvenes y adultos patinaban, algunos con ayuda de instructores, puesto que muchos de los visitantes no sabían cómo hacerlo. “Dobla las rodillas”, “apoya fuerte los pies y arrastra”, eran algunas de las instrucciones que daban los trabajadores del lugar.

Frente a Palacio Nacional se encuentran diversos módulos donde los visitantes pueden obtener un código QR para acceder a la pista, y aunque el procedimiento lleva un par de minutos, éste puede demorarse ya que los dispositivos móviles del staff llegan a “trabarse”.

“Utilizamos una tablet y una impresora pequeña, pero al realizar tantas impresiones los dispositivos se traban o se desconectan del enlace, eso nos demora un poco, pero en general ese es nuestro contratiempo, también tratamos de que sea rápido para que no estén tanto tiempo parados en el sol”, detalló un trabajador de la Ecologísssima.

Por otro lado, más de una decena de espectadores se congregaron en las gradas de la pista de acrílico. Unos se reían de las caídas de los patinadores, otros llevaron a los más pequeños para que observaran y otros espectadores simplemente fueron para armarse de valor para entrar a intentarlo.

María de la Luz, de la alcaldía Gustavo Madero, de 25 años de edad, afirmó que nunca había patinado y reconoció que se dio “unos buenos... golpes porque no tuve equilibrio al principio, pero en media hora pude patinar un tramo yo sola”.

Los visitantes nacionales y extranjeros se sorprendieron de la organización y del material de la nueva pista navideña de la Ciudad de México y afirmaron que regresarían aunque más temprano o al atardecer, ya que el calor y el sol, según comentaron, es insoportable al mediodía.

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