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Al pueblo de Santa Rosa, en la delegación Álvaro Obregón, le pegan los fríos intensos, esos que obligan a los habitantes a no salir de casa después de las seis de la tarde. Por estar rodeado de vegetación y en la parte alta de la Ciudad de México, los pobladores cambian sus ritmos de vida con el clima.

Este invierno, mientras los vecinos de Jerónimo se abrigan y hacen ejercicio para no bajar su temperatura corporal, él disfruta de la estancia en su casa nueva de concreto.

“Hasta en la noche está calientito. Fíjate que esta casa sí me gustó; al principio iban a ser cabañas de madera, pero yo le dije al ingeniero que la quería de concreto”, cuenta.

Su casa tiene dos recámaras, un baño completo y una sala-comedor. Se la entregaron equipada con un colchón, estufa, microondas, lavatrastes, bóiler y un tinaco de mil litros.

Jerónimo Romero perdió su casa el 19 de septiembre. Esa misma noche recuperó la ropa y los muebles que pudo y los metió en un cuarto que quedó intacto. Al día siguiente le pidió a unos muchachos que llevaron sus máquinas que le ayudaran a derribar las paredes que quedaban de pie, pero con varias grietas.

Los restos de adobe de su vivienda quedaron sobre el camellón de la calle San José y obstruyeron el paso. Cerca de 40 vecinos le ayudaron a recoger los muebles y juntar los restos de la humilde casa en un lugar seguro.

Luego, Leonel Luna, presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa fue al pueblo, dio un recorrido y conoció a Jerónimo.

Con el apoyo del diputado y de un comité de vecinos de Santa Rosa, donde todos los habitantes se conocen, Jerónimo entró a un programa para que le reconstruyeran su casa.

En los días siguientes lo visitaron ingenieros, especialistas de la UNAM para checar su terreno. Después de una evaluación le dijeron que era viable reconstruir en su callejón.

Durante dos meses, albañiles trabajaron día y noche para construirle su nueva casa a Jerónimo y su familia. Por las noches él les hacía café o les ayudaba a preparar la mezcla para la construcción. En esos días se aseguró de estar de acuerdo con la distribución de los cuartos y planteó la posibilidad de construir un segundo piso con sus propios recursos.

En la parte trasera le instalaron un sistema de recolección de agua de lluvia para los tiempos de escasez. También le llegaba despensa, no sólo a él, también a los otros damnificados de Santa Rosa que perdieron su casa por el terremoto.

A una vecina, cuenta, le construyeron su casa de dos pisos, justo como la tenía antes del desastre natural. Jerónimo estrenó su casa el 24 de diciembre y desde ese entonces ha estado amueblándola poco a poco.

Tiene un sillón, un comedor hecho a mano. En la recámara de menor tamaño tiene cajas y cestos abultados; el cuarto que comparte con su esposa tiene dos camas que juntaron para hacer una Queen Size.

Ya que es jubilado y tiene problemas de salud, que incrementaron con la pérdida de su casa, Jerónimo aprovecha el tiempo para hacer reparaciones o limpiar los pisos grises.

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