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En un edificio en la colonia Paseos de Tasqueña dañado por el sismo del 19 de septiembre, hay al menos 20 personas que trabajan en la demolición del mismo, y pese a que laboran poco más de ocho horas, ayer su jornada fue de mediodía, pues conmemoraron el día de la Santa Cruz.

Los empleados dicen que en su oficio no siempre lo celebran, pues se trata de un festejo para los trabajadores de la construcción y ellos se dedican a demoler, pero en algunas ocasiones, como ésta, sus jefes deciden hacerles una comida.

“Lo importante es que tenemos trabajo, aunque no en todos lados nos hacen una comida, hoy sí nos van a celebrar, así que le vamos a dar unas horas al trabajo y por la tarde vamos a tener la comida”, explicó Gabriel Martínez.

En este edificio —ubicado en el número 10 de la calle Paseo del Río— hay un avance de 65% y se está trabajando con maquinaria, aunque los primeros pisos tuvieron que ser retirados manualmente.

De acuerdo con Emmanuel Jim Olivares Rivero, subdirector de Construcción de Obra Civil de la Secretaría de Obras y Servicios local, se espera que la demolición concluya en tres semanas.

El sonido de la maquinaria es fuerte y constante, la retroexcavadora trabaja casi todo el día para tirar los últimos tres pisos de los nueve que había, mientras que decenas de trabajadores golpean las lozas para agilizar el trabajo, otros mueven el escombro y uno más lo moja para evitar que se extienda el polvo.

Con mucha fe. En el inmueble habitaban 24 familias, una de ellas dejó una cruz, misma que ahora los trabajadores veneran y ayer le colocaron flores para celebrar su día; también tienen una virgen de Guadalupe, misma que la mayoría adora.

“Nos encontramos la cruz cuando estábamos trabajando, la pusimos en la bodega y siempre nos encomendamos a ella para que no tengamos ningún accidente, aunque hay compañeros que también son de otra religión y los aceptamos”, comentó Gabriel Martínez.

Los trabajadores evitan recordar el sismo del 19-S y consideran que es mejor pensar que es sólo un trabajo más; Mauricio asegura que aún son hechos que la mayoría quisiera sacar de su memoria y seguir laborando.

Los daños que sufrió el inmueble fueron tan graves que se decidió que sería demolido, pues el riesgo de colapso hacía que peligraran los habitantes y los vecinos.

“Es el trabajo que ahora tenemos y lamentablemente sabemos que pasó en toda la Ciudad, pero lo tenemos que hacer, nuestro oficio es la demolición, y aunque sea riesgoso, aún así lo tenemos que hacer”, dijo.

Tras ocho meses, la Secretaría de Obras y Servicios concluirá esta demolición; sin embargo, los atrasos se debieron principalmente a los amparos que realizaron vecinos para evitar la demolición. Otro de los inconvenientes son el tamaño de las loza y el espacio reducido que evita utilizar otro tipo de maquinaria.

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