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“Ahora hay que darle una pintada, tenemos que arreglar las bancas, limpiar la plaza y ya vamos a poder caminar, implementar eventos culturales, los foros de lectura, hacer deporte y recuperar este lugar que es único en la colonia para el esparcimiento de las familias”, externó Patricia Vivar, vecina de la Plaza Giordano Bruno en la colonia Juárez.
Así como Patricia, varios vecinos y locatarios de la zona expresaron que buscarán recuperar esta plaza haciendo trabajos de limpieza, pintura y restauración para que vuelva a ser un lugar de convivencia para los habitantes.
“La gente ya no transitaba por aquí porque les tenían miedo, uno que viene diario sabía que no había mayor problema, pero eso afectó mucho al negocio (...) con el favor de Dios, ahora que ya no están pase otra vez la gente”, opinó Jaime Velázquez, locatario y vecino.
A cuatro días del desalojo del campamento migrante que se encontraba en la plaza, ya está completamente vacía y sin ninguna carpa o presencia de migrantes. Tampoco hay basura ni restos de lo que hace pocos días fue el campamento, aunque el deterioro es perceptible en los muros, pisos y bancas de la plaza.
Por otro lado, la presencia tanto de elementos de la policía capitalina como trabajadores del Gobierno capitalino en la plaza es amplia y se han instalado varias carpas que sirven como módulos de atención a refugiados.
Migrantes van a albergue
A una cuadra de donde se encontraba originalmente el campamento de la Plaza Giordano Bruno está la Casa del Migrante, un albergue de la alcaldía Cuauhtémoc para personas refugiadas, que ha sido la alternativa más viable para muchos migrantes que fueron desalojados.
Varios afirmaron que la población en el albergue creció drásticamente luego de que se les retirara de la plaza, porque el cupo máximo de 200 personas del albergue no alcanza a dar asilo a todos los que lo necesitan y varios terminan durmiendo en la calle.
Grisel, inmigrante hondureña, relató las difíciles condiciones por las que tienen que pasar tras el retiro de la Plaza Giordano Bruno.
Explicó que en el albergue el cupo de 200 personas tiene que ser llenado con antelación, por lo que aquellos que trabajan en la tarde no alcanzan su lugar, los asilados tienen 15 minutos para usar agua al día, los horarios son limitados y estrictos y a pesar de que en el albergue se cuenta con servicio médico, los condiciones no son las óptimas y el trato no es amable, principalmente por parte de migrantes voluntarios que trabajan ahí.