Un pequeño fogón es el rey en el hogar de la familia Hernández Martínez. Sentados a su alrededor buscan calmar el frío que entumece los huesos. Afuera la temperatura es de menos cuatro grados, en la vivienda de láminas la única diferencia la hacen las piedras que sostienen el comal.

Vivir a -4 grados y en casa de lámina
Vivir a -4 grados y en casa de lámina

Al paso de los años, ya casado con Tomasa, decidió probar suerte en la Ciudad de México, pero tampoco la encontró. Fue en Pachuca donde su sueño de contar con una casa para su familia comenzó a ser realidad.

La vivienda se conforma de dos cuartos, uno de ellos es dormitorio y otro una cocina de un metro por dos. “No hay como lo de uno”, afirma Tomasa.

Vivir a -4 grados y en casa de lámina
Vivir a -4 grados y en casa de lámina

Aquí, en la colonia Margarita Morán, viven los más pobres de Pachuca, quienes huyen de los pueblos y los cinturones de miserias de la Ciudad de México; aunque la vida tampoco es diferente, se carece de todo: pavimento, agua potable, drenaje.

Vivir a -4 grados y en casa de lámina
Vivir a -4 grados y en casa de lámina

Para soportar las bajas temperaturas, a los niños les ponen doble calcetín, suéter y pantalón, y se les da una taza de café: “Sólo los podemos bañar cuando llegan de la escuela, porque es la hora del calor, en la mañana el agua está congelada y en la noche el viento corre tan fuerte que parece cortar la piel”, explica Tomasa.

En este lugar, a las faldas del cerro, el viento corre desde las cuatro de la tarde, varios deciden prender el fuego. Decidir a qué hora el frío cala más es difícil de determinar.

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