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Durango

Ciudadanos y ambientalistas del estado denunciaron la intención del gobierno estatal de remover 470 árboles del bulevar Francisco Villa para la construcción de un puente vehicular, lo que calificaron como un ecocidio, pues además de destruir un corredor biológico, dichos árboles son el hábitat del tordo cabeza amarilla, ave protegida por un acuerdo internacional entre Estados Unidos y México.

El gobierno del estado anunció que el proyecto costaría 192 millones de pesos más IVA y la obra consistiría en la construcción de un puente a desnivel de entre 540 y 580 metros de largo por 11.8 de ancho. De concretarse, se tendrían que talar del corredor los 470 árboles de encino, fresno, pino, álamo, pirul, trueno y arbustos.

Ciudadanos y organizaciones civiles inconformes interpusieron varios amparos contra el proyecto y lanzaron una petición, en la plataforma change.org, en la que han colectado más de 65 mil firmas para frenar la obra, pues aseguran que no existe justificación para talar el arbolado que es hogar de especies como el tordo cabeza amarilla, el tordo cabeza café, gorriones y chanates.

Al respecto, los diputados del Congreso del estado acordaron por unanimidad, durante la reunión de la Comisión de Ecología, celebrada este viernes, exhortar al gobierno estatal a que se someta a consulta la obra del puente elevado del bulevar Francisco Villa y sea la sociedad quien apruebe el proyecto o lo rechace.

Van con todo, por defensa de “pulmón” de Durango
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¿Obra justificada?. Las razones de las autoridades de Durango, para realizar la obra, son que el bulevar Francisco Villa representa el segundo aforo vehicular más importante, por lo que se busca “agilizar el tráfico”; sin embargo, cientos de ciudadanos aseguran que no es cierto.

Aixa Bujdud, consultora ambiental y especialista en manejo de fauna silvestre y conservación de los recursos naturales y medio ambiente, aseveró que el estudio de impacto ambiental del gobierno estatal “no debería ser válido porque omite información”. Mencionó que no estaba segura de si se indica que el lugar es hábitat del tordo cabeza amarilla.

Por su parte, María Pérez, doctora en Tecnologías Ambientales, aseguró que el arbolado del bulevar Francisco Villa “es un pulmón para la ciudad”. Incluso los análisis de aire, que se han hecho en la entidad, coinciden en que la zona es de las menos contaminadas gracias a los árboles que el gobierno pretende talar.

Al igual que otros ciudadanos, María Pérez aseguró que no está en contra de la obra, sino de que quiten los árboles. “Qué van a hacer con ellos”, cuestionó.

Ante estas dudas, las autoridades estatales les han asegurado que los árboles los van a colocar en otro lado, pero los especialistas afirman que eso no es posible, que la flora no va a sobrevivir.

Los inconformes han reclamado que las autoridades no quieren dar a conocer el proyecto completo, ni informar cuál será la empresa que realice la obra. Según la ambientalista Aixa Bujdud, no les han querido mostrar el resolutivo de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

Vida en peligro. Los especialistas ambientales consultados por EL UNIVERSAL aseguraron que el área verde que se pretende eliminar es hábitat del ave migratoria tordo cabeza amarilla que viaja desde Canadá a México en invierno.

Además la Convención para la Protección de Aves Migratorias y de Mamíferos Cinegéticos, firmada por México y Estados Unidos, decreta que el tordo cabeza amarilla es una especie protegida, y establece como obligación de los gobiernos respetar y resguardar las áreas donde llegan estas aves migratorias.

Al respecto, la doctora María Pérez considera que el acuerdo internacional debería ser razón suficiente para no modificar el área. También explicó que con la remoción de los árboles, se provocaría un aumento de la temperatura y dióxido de carbono, pues no habría árboles que limpiaran el aire, pues “son los que regulan el clima y nada de eso están considerando”.

Por su parte, Jaqueline Carreón, presidenta de la asociación civil Ser Luz y Tierra en Durango, agregó que además de matar especies vegetales se afectarían los microecosistemas, pues el desplazamiento de las aves podría traer consecuencias sobre el control biológico de otros animales.

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