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Zacatecas.- Hace un año la comunidad de Zóquite , en el municipio de Guadalupe , todo era algarabía, vendimias y tumultos de feligreses que hacían grandes filas para ver al Niño Dios más grande de México ; hoy, ese lugar luce desolado, en completo silencio y solo unos pocos pueden ver a su patrono del pueblo, ya que las misas son a puerta cerrada y restringidas debido a la pandemia del Covid-19 , virus que ya ha cobrado muchas vidas en ese poblado.
Este 6 de enero se cumplió el primer aniversario del nuevo templo del Señor de la Epifanía que cobró fama por colocar al Niño Dios del Amor que mide 6.58 metros de altura y pesa cerca de 750 kilos, incluso, los primeros meses del año pasado, generó gran afluencia de visitantes, ya que arribaban camiones procedentes de diversas partes del país con gente que visitaba el lugar con asombro para conocer al también llamado “Niñote de Zóquite”.
Sin embargo, la pandemia cambió todas las tradiciones: “Este año el virus nos obligó a quedarnos y hacer oración desde nuestras casas, porque no era correcto ni prioritario organizar la feria, ni fiestas, ni las peregrinaciones” por las medidas y restricciones sanitarias que aún siguen vigentes en todas las iglesias de la diócesis, menciona Olivia Chávez Guzmán, de 60 años de edad, una de las habitantes.
Platica que tiene 40 años limpiando la iglesia y cada mes hace vigilia en ese templo y es la primera vez que no hay festejos, pero deja en claro que ahora “no se requiere de fiestas, con las puras misas del docenario que iniciaron desde el 26 de diciembre es más que suficiente para que Dios nos cuide y nos escuche”, refiere que aunque las eucaristías sean a puerta cerrada y virtuales, “es mejor que todo sea así, más vale tener vida y salud, porque el dinero, ya lo trabajaremos nosotros mismos”.
Comenta que es muy triste que constantemente en Zóquite se escuchen las campanadas de luto, ya que cada que muere una persona alguno de los habitantes acude a dar aviso por medio de la campana de la iglesia, “no importa que se a la media noche, en cuanto alguien muere hay campanadas, después ya nos enteramos quién perdió la vida”.
Olivia platica que, incluso, dentro de su familia ya se ha registrado una muerte por Covid, pero dice que en el pueblo se ha escuchado que ya van entre 30 o 40 muertos durante toda la pandemia.
Reconoce que esta celebración ha sido diferente para todo Zóquite, ya que se enteró que solo hubo tres confirmaciones en estas festividades, cuando otros años se llena de decenas de niños, ya que la parroquia de la Epifanía atiende a la feligresía de otras comunidades.
Mientras relataba sus vivencias, saluda a lo lejos a los integrantes de la familia Carreón, unos migrantes que hace 40 años salieron de su pueblo en búsqueda de una mejor vida y hoy radican en New Jersey, Estados Unidos, quienes mencionan que cada año van a las fiestas patronales, pero la pandemia no impidió que acudieran “con todas las medidas sanitarias” a visitar al Niño Dios gigante.
Los migrantes reconocen que es mejor que este año todo esté tranquilo y en paz, por el bien de la misma gente, por eso dicen estar felices haber entrado a una de las dos celebraciones eclesiásticas que se realizaron a las 13:00 y 18:00 horas que son a puerta cerrada, según se lee en una cartulina colocada afuera del templo: “Por tu salud y la de los demás, obedece lo que se te indica, a lo cual sólo entrará 15% de personas. Gracias por la comprensión”.
"Parece un día más, pero hasta eso tenemos que agradecer, tener un día más de vida, ya el próximo año esperemos que sigamos vivos y entonces sí volver a dar gracias y esperamos ya tener fiestas patronales”, afirma Olivia.
Así en silencio, sin grandes contingentes, festejos ni concentraciones masivas, concluyó el docenario religioso en honor al Niño de Zóquite.
maf/ml