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Pachuca.— En la víspera de la tragedia todo era alegría y emoción. Era la primera vez que la Orquesta Infantil del municipio de Zimapán era invitada a un concierto; a las seis de la mañana ya se preparaban para acudir a lo que debió ser el día más feliz para los niños de esta orquesta, pero les alcanzó la tragedia.
Niños y niñas ofrecerían por primera vez un concierto en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y querían que sus madres estuvieran presentes. El ayuntamiento rentó una camioneta tipo Urvan con capacidad para 13 personas para trasladar a familiares de los menores a la Ciudad de México.
A las seis de la mañana salieron los niños acompañados por algunos familiares y una hora después la Urvan, en la que había madres, abuelas y tíos.
En el kilómetro 97 de un camino de curvas se produjo el accidente en el que fallecieron ocho personas, entre ellas seis madres y una abuela de los pequeños músicos. Fueron los mismos pobladores de Zimapán los que acudieron a prestar auxilio.
En el ambiente hay tristeza. Hoy siete hogares están de luto, los sepelios se realizaron y el alcalde Erik Marte dice que a los menores ya los atiende un grupo de tanatólogos.
A diferencia de lo que se dijo en un primer momento, los niños no llegaron a su presentación, los regresaron y se les explicó la situación. Hoy Zimapán, dicen los vecinos, es uno solo.
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