Chilpancingo, Gro

Gonzalo Molina González está de vuelta en casa. Este jueves, el Juzgado de Primera Instancia de Tixtla, Guerrero, le dictó el último auto de libertad tras cinco años de prisión.

Eran las 12:30 de la tarde, Gon-zalo salió del penal de Chilpancingo vestido con la playera verde olivo que identifica a la Policía Comunitaria de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC). Traía colgada su guitarra y en las manos un cartón y una maleta.

Gonzalo Molina rechazó amnistía, apostó por la justicia
Gonzalo Molina rechazó amnistía, apostó por la justicia

Tuvieron que pasar cinco años, cuatro meses y 24 días para que Gonzalo regresara a El Fortín. Pero El Fortín y la Policía Comunitaria ya no son lo mismo. El Fortín, así como todo Tixtla, está inmerso en una disputa entre organizaciones criminales: las muertes, las desapariciones, las extorsiones son el pan de cada día. Y la Policía Comunitaria está mermada; en los últimos años fueron asesinados cuatro comunitarios.

Los días de prisión

Lo reducido del cuarto, dos por tres metros, puede resultar asfixiante para cualquiera. El olor a humedad es penetrante y por ratos se mezcla con el del baño. Todo está amontonado. No hay espacio para nada. La cama está pegada con la estufa y la estufa con el ropero. La taza del baño está junto al librero.

Por una pequeña ventana entra la única luz del sol. Las paredes están sucias, llenas de grasa y mugre, pero adornadas con imágenes religiosas, una guitarra, unas bolsas bordadas a mano y unos cuadros de madera amarrados perfectamente, listos para que alguien se los lleve.

Esta es la celda que Gonzalo ocupó los últimos dos año y medio en el penal de Chilpancingo. Aunque en todo ese tiempo, nunca sintió que perdió su libertad.

“Ha sido muy difícil estar preso, pero nunca he dejado de sentirme libre, porque mi dignidad está intacta”, asegura en su celda en una entrevista para EL UNIVERSAL días antes de dejar la cárcel.

En el penal, Gonzalo hizo de todo: aprendió carpintería, pintura al óleo, bordado, a tocar guitarra, organizó ligas de baloncesto, gestionó para sus compañeros y denunció, nunca dejó de denunciar. También resistió las carencias, los maltratos, la soledad, las enfermedades, las irregularidades en su proceso y los peligros de la vida carcelaria.

En la cárcel, Gonzalo aprendió a ser su propio abogado, desde hace dos años y medio se defendió solo. La Constitución, los códigos penales fueron sus lecturas recurrentes.

No a la amnistía

Era la mañana del 26 de agosto de 2013, unos 100 policías comunitarios llegaron al ayuntamiento de Tixtla para protestar por la detención de la comandanta de la CRAC, Nestora Salgado García, ocurrida cinco días atrás por militares y policías en Olinalá, en La Montaña.

En minutos, comunitarios y los policías municipales que resguardaban el ayuntamiento comenzaron a forcejear, a golpearse. Fueron minutos de tensión, por la posibilidad de que se soltara una balacera.

Gonzalo Molina rechazó amnistía, apostó por la justicia
Gonzalo Molina rechazó amnistía, apostó por la justicia

De todo, las autoridades responsabilizaron a Gonzalo. Lo acusaron de 10 delitos: terrorismo, delincuencia organizada, privación ilegal de la libertad, secuestro, secuestro agravado, ataque, robo, despojo, lesiones y portación de armas de uso exclusivo del Ejército. Tres meses después fue aprehendido.

Su prisión comenzó en el penal de máxima seguridad de El Altiplano, después en Oaxaca y terminó en Chilpancingo. Gonzalo tuvo varias oportunidades para dejar la cárcel. Le ofrecieron su libertad, cargos y hasta dinero, a cambio de dejar la defensa de los pueblos. Hace unos meses, su ex compañera de la CRAC, la senadora de Morena, Nestora Salgado García lo incluyó en la lista de los primeros 12 presos políticos del país a quienes el gobierno de Andrés Manuel López Obrador les ofreció amnistía, pero Gonzalo se negó a aceptarla. Prefirió que un juez lo declarara inocente a que un gobierno lo perdonara.

“La amnistía es un perdón y no hay de qué perdonarme; yo actué conforme a la ley, era parte de mi función como policía comunitario”, dice.

Gonzalo fue acusado casi por los mismos delitos por los que Nestora Salgado estuvo presa durante cuatro años.

“Mi intención es demostrar mi inocencia, muchos dicen que soy radical y no lo soy, sólo estoy luchando por lo que considero justo. Tal vez haya tomado el camino más largo, pero estoy demostrando mi inocencia”, dice.

Gonzalo se propuso salir libre solo por una resolución judicial que lo absuelva de todos los delitos que lo acusan. Su propósito, explica, es que en Guerrero se siente un precedente jurídico que reconozca que la Policía Comunitaria de la CRAC actúa dentro de marco legal.

El preso político

“Si en este país hubiera justicia yo ya estaría libre, pero no es así: Gonzalo Molina no está preso porque traía una escopeta, sino por sus ideas”, comenta, aún en la cárcel, quien siempre se consideró un preso político.

Explica que los encarcelamientos de policías comunitarios que se dieron en el gobierno de Ángel Aguirre Rivero, en total 13, fue el primer paso para desestabilizar a la CRAC, que representaba el proyecto de autodeterminación más sólido en Guerrero.

Después, detalla, vino la cooptación: “¿Por qué crees que la CRAC no le entró con todo en la defensa de los presos políticos? Hubo dinero, así los dividieron y luego venían a reunirse con el gobierno para que les dieran dinero para los aniversarios”.

Gonzalo insiste en salir libre hasta demostrar su inocencia para sumarle credibilidad a la CRAC. “Yo no soy igual que otros presos políticos que traicionan. La gente confía en el proyecto y no podemos traicionar la lucha”.

Considera que la CRAC debe recuperar credibilidad y que deje de utilizarse como trampolín político.

“Nestora traicionó al sistema comunitario, primero salió libre y se fue, después pidió dinero a nuestro nombre y luego se hizo candidata. Cuando ella salió libre yo le dije que ya no podía hablar por nosotros, y lo aclaro: no tengo nada personal con Nestora, sólo defiendo el proyecto”, comenta Gonzalo.

Gonzalo ya está libre, cuando pisó la base de El Fortín, la Casa de Justicia de CRAC de Zitlaltepec le entregó su nombramiento como su nuevo promotor y vocero en Tixtla. Pero antes de comenzar con la reorganización de la CRAC, él piensa rendirle un homenaje de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, al pie de sus butacas vacías.

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