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Santa Fe de la Laguna.— Poco más de 480 kilómetros de distancia entre una profesionista de la capital del país y un adulto mayor de una zona indígena en Michoacán fueron unidos en un vértice de amor por el prójimo y el agradecimiento humano, así lo describen ambos.

“Millón de gracias, nana Bety. Que mi Dios le dé mucho más a ti por pensar en traernos esto”, expresó Honorio Medina Gaspar, habitante de Santa Fe de la Laguna, municipio de Quiroga, al recibir la ayuda que le envió Beatriz Boullosa Moreno, nutrióloga de la Selección Mexicana de Futbol.

Don Honorio sufría cierre de comedores; nutrióloga del Tri lo ayuda
Don Honorio sufría cierre de comedores; nutrióloga del Tri lo ayuda

Así, Boullosa decidió enviar, junto con un grupo de amigos, ayuda para el adulto mayor y su hija, quien padece un problema de salud mental.

Entrevistada al sur de la Ciudad de México, la también maestra en Actividad Física y Salud por la Universidad de León, España, señaló enfática que no se puede ser feliz cuando hay gente que tiene hambre y no se hace nada al respecto.

“Lo que yo estoy haciendo el día de hoy es algo que espero que todos los mexicanos entendamos que lo podemos hacer. Creo que no estoy haciendo nada extraordinario. Es lo que mi conciencia me dice que tengo que hacer: ayudar al prójimo”, afirmó.

La mujer, de 42 años, cuenta, fue asaltada hace seis meses, golpeada y amenazada de muerte. Aún recuerda cada detalle y afirma que eso la impulsó aún más a reforzar el sentido humanitario de la vida.

Parada a un costado de las cajas de alimentos, cobijas, ropa, medicamentos y demás ayuda que mandó a Honorio Medina, Beatriz Boullosa le envió un mensaje:

“Deseo que esta ayuda sea para despertarles la esperanza en la humanidad, porque seguramente deben estar cansados de la vida; se las han visto difícil y ojalá esto les reviva la alegría por vivir; disfruten cada alimento y cada medicina, no sólo para aliviar el cuerpo, sino también el alma”.

Para la nutrióloga, el ayudar no es un tema del gobierno, ni de las fundaciones o instituciones, sino de la humanidad misma que debe hacer conciencia de que no se puede vivir tranquilo mientras otros sufren sin tener oportunidades.

Por ello, reiteró su compromiso para encontrar un mecanismo con el cual puedan continuar con la ayuda de alimentos e insumos para el adulto mayor y su hija.

¡La ayuda llegó!. Las cajas y bolsas con la ayuda de Beatriz y sus amigos atravesaron la Ciudad de México, el Estado de México y una parte de Michoacán hasta llegar a la casa de Honorio Medina Gaspar.

El hombre dejó sentir, al lado de su hija, su alegría al saber que no está solo, pues para Honorio el comedor comunitario fue por dos años la única manera de sobrevivir para él y sus hijos con discapacidad.

“Nana Bety, nosotros estamos muy agradecidos, que por el favor de Dios pensaran ustedes [en nosotros], para que nos trajeran estas cosas. Millón de gracias”, repitió el señor en su lengua purépecha.

Honorio Medina fue beneficiario del programa federal Comedores Comunitarios que el gobierno federal actual decidió cerrar en todo el país. Desde entonces no ha vuelto a probar alimentos con regularidad y no ha sido inscrito en ningún otro programa social, ni apoyado por alguno de los tres niveles de gobierno.

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