Tijuana, 19 de julio.- Tres hondureños expulsados de Estados Unidos a Tijuana han decidido convertir lo que antes era una casa abandonada, clavada en un terreno con tierra seca y dura, en un refugio que reciba a migrantes no solamente de su país, la intención es compartir ese techo con cualquiera que al igual que ellos, necesite un hogar.
 
Se trata del proyecto Casa Hogar Puente, un sueño que nació de Douglas Oviedo, un migrante de Honduras que llegó en noviembre a esta ciudad junto con las primeras caravanas. La intención era, en ese momento, al igual que miles, pedir asilo a la Unión Americana.
 
En Tijuana se encontró con otro tipo de muro, además del que divide ambos países, pues aunque siguió el sistema de la burocracia y espero meses en una lista hasta que Estados Unidos le permitió cruzar a pedir asilo, para marzo, fue retornado con otros 45 migrantes como parte del Protocolo de Protección a Migrantes.
 
Su regreso no fue como pensó, la realidad había cambiado. Aunque él pudo asegurar un espacio en un refugio que ya conocía, a su paso encontró que mujeres con sus hijos, también retornados, eran rechazados porque los albergues estaban saturados.
 
Según la Secretaría de Gobierno en Baja California, al menos 9 mil 854 migrantes han sido retornados, 6 mil 217 concentrados en Tijuana, distribuidos en menos de 40 refugios que operan en la ciudad. 


“No tenía más, casi nada de dinero, de mi bolsillo saqué no recuerdo cuánto, algo así como 180 pesos para que pagaran un cuarto y ahí pudieran dormir”, recuerda, Douglas, mientras explica que de ahí nació el sentimiento de crear un espacio desde prácticamente los cimientos que pudieran llamar hogar.
 
No solo era enfrentar la saturación en los albergues, también el enojo de los residentes en la frontera, pero sobre todo en Tijuana, una ciudad que nació de la migración pero que desde el año pasado ha vivido una rabia contenida que dejó ver sus primeros vestigios de la intolerancia, del rechazo, el racismo y la discriminación.
 
El propio Douglas, fue un ejemplo, “Una vez, viajaba en un bus… la gente se dio cuenta que era migrante y se empezaron a alterar, me pidieron que bajara para evitar un conflicto… en otra ocasión se negaron a cortarte el cabello en una barbería… ambos casos fue por ser migrante”.
 
Desde ahí emergió el coraje para soñar con cambiar la imagen de la migración centroamericana, de construir un refugio si ya no había otro más, como lo explica el propio Oviedo, el mensaje sería de apoyo a los albergues con un trabajo diferente porque se trata de centroamericanos trabajando con su gente y la de otros países.
 
“Lo que tratamos de hacer es que la comunidad tijuanense conozca a la gente centroamericana que sepa que tiene sueños, que nos den una oportunidad de creer en nuestro talento y que estamos dispuestos hacer las cosas bien”, dice el migrante convertido en residente de Tijuana.
 
Con la ayuda de voluntarios y organizaciones civiles que le han apostado a confiar en este proyecto, durante la última semana consiguieron que alguien les prestara el espacio y con un par de manos de los mismos migrantes han limpiado la alfombra de basura que había en el piso, descubrieron el techo dañado, las paredes también.
 
Son 3 mil 200 metros cuadrados que servirán para recibir a la gente del triángulo dorado, El Salvador, Honduras, Guatemala, México, también para el resto de las patrias que han llegado hasta Tijuana desde otros continentes, África y Europa.
 
La Casa Hogar Puente, iniciaría funciones en agosto, según los planes. Sera, dice Oviedo, un espacio autosustentable que abrirá la puerta para cualquiera que lo necesite pero que también se sume a este sueño de cambiar la imagen de la migración.

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