Todas las mañanas, al salir de su hogar con el uniforme puesto, Abel Marcial Hernández se persigna y pide fortaleza, salud y ganas de trabajar . Su labor siempre es de alto riesgo, pero la emergencia sanitaria por el Covid-19 le añadió uno más: el de contagiarse o infectar a su familia.

Desde hace 16 años, Abel forma parte de la policía estatal de la Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca (SSPO), corporación a la que ingresó cuando tenía 23 años.

Actualmente, el uniformado tiene el grado de policía primero y forma parte del grupo de la Unidad Policial de Operaciones Especiales.

Cuando se confirmó que dos elementos de la Comisaría de Seguridad Pública del ayuntamiento de Oaxaca de Juárez murieron a causa del Covid-19, la preocupación de su familia se incrementó.

“Ayer me dijeron [su familia] que tuviera mucho cuidado, [pero] no nos queda más que aplicar los protocolos de seguridad y cuidarse”.

Los integrantes de las fuerzas de seguridad pública son considerados el “segundo frente” ante la emergencia sanitaria por la pandemia, la cual en Oaxaca ha dejado 166 personas fallecidas y mil 623 contagiadas hasta el corte del 2 de junio de 2020, de acuerdo con los Servicios de Salud de Oaxaca.

Protocolo especial

Su trabajo, explica Abel Marcial, se ha complicado en el sentido de que ahora deben observar estrictamente un protocolo de seguridad para evitar contagiarse del virus.

Desde el pasado 17 de marzo, cuando se decretó el inicio de la emergencia sanitaria en el estado, el hombre llega a las 6:30 horas a las instalaciones de la policía estatal, para el pase de lista. En el lugar, antes de ingresar, debe pisar una bandeja en la que hay una mezcla de agua y alcohol, posteriormente se le rocía sobre el cuerpo una mezcla similar y debe untarse sobre sus manos gel antibacterial.

Ya en formación para el inicio de su turno, se le entrega una careta nueva y un cubrebocas.

También cambiaron los protocolos para acercarse a un ciudadano o atender un llamado: “Los que vamos en la patrulla, al hacer una inspección con los ciudadanos, debemos cubrirnos la cara con la careta y ponernos el cubrebocas, usar gel antibacterial o lavarnos las manos.

“El riesgo es un poco más eminente, ya que hacemos proximidad social con la ciudadanía, no sabemos con qué persona estamos dialogando y pues hay que usar el equipo para protegerse”, detalla.

Xochiquetzal Ignacio Gijón es policía operativa adscrita a la Dirección de Investigación de la SSPO desde hace 14 años. Para ella, el temor que siente por un posible contagio de Covid-19 es similar al que siente el resto de los ciudadanos.

Puntualiza que, pese a ese miedo, debe cumplir con su trabajo y con las medidas de protección personal para no infectarse ni tampoco contagiar a sus tres hijos o a sus padres, con quienes vive.

Cada día que regresa a su casa después de una jornada de trabajo de 24 horas, antes de entar debe quitarse el uniforme y colocarlo en una bolsa, para después lavarlo. Esta medida, explica, se tomó conjuntamente con su familia.

“Tratamos de sobrellevar las cosas, porque es nuestro trabajo y nuestro deber no dejar a la ciudadanía en estos casos.

“A veces se sienten más los asaltos o los saqueos en tiendas, pero nosotros debemos cuidarnos y tomar las medidas necesarias para no contagiarnos y no contagiar a la familia”, explica Xochiquetzal, quien menciona que ingresó a los 22 años de edad a la corporación porque le llamó la atención ser policía y que poco a poco le fue tomando más amor a su trabajo.

Al respecto, Abel comenta que siempre hay un temor latente en su trabajo. Desde que es policía ha vivido tres enfrentamientos armados con grupos de la delincuencia organizada. En uno, ocurrido en 2012, uno de sus compañeros murió; en esa ocasión, cuenta el uniformado, el miedo lo hizo reaccionar.

Reconoce que esta situación en la que “estamos viviendo la consecuencia de la pandemia, tenemos el miedo de que podamos adquirir el virus y pasarlo a la familia. Es el miedo que yo tengo”.

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