Un niño de tres años fue visto por última vez en los juegos de un parque. El tiempo se detiene. Todos los recuerdos son ese momento: la ausencia de un hijo en la que lo único que crece es el dolor.

Con Casas Vacías (Kaja Negra, 2018), Brenda Navarro da rostro a las personas desaparecidas y humaniza los datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) del fuero común, donde se señala que en 2016 y 2017 sumaron 8 mil 818 víctimas de este crimen.

Información del RNPED arroja que entre 2006 y 2017 desaparecieron alrededor de 33 mil 174 personas. La cifra más alta se registró en 2016 con 4 mil 703, más de siete veces el número de víctimas (618) que hubo en 2007.

Crimen organizado, secuestros y feminicidios son algunos delitos por los que miles de personas no han vuelto a su hogar y al momento de desaparecer se les da por muertos socialmente y sólo siguen vivos en la esperanza de la cercanía familiar.

Casas Vacías es un relato de ficción alimentado de la realidad y que extrae ideas y voces como la de los padres de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

Para la escritora, estos delitos no paran porque no nos cuestionamos qué se siente y la forma en que uno reaccionaría si es que desaparece su madre, su padre, sus hermanos o cualquier otro miembro de su familia.

“Tenemos que hacer conciencia del dolor porque, como país, tenemos mucho dolor y tenemos que aprender a procesarlo”, asegura Navarro, quien a través de su libro crea conciencia sobre los secuestros, entrando en el hogar de una madre de familia cuyo hijo de tres años está desaparecido.

La autora aseguró en entrevista con EL UNIVERSAL que la razón por la que escribió la obra fue para “retratar lo que se vive en las casas de las personas que han perdido a un ser humano”.

Navarro se concentró en el dolor que puede sentir una mujer al perder a su hijo; ese dolor la llevó a cuestionarse qué significaba ser madre y la razón por la que las mujeres querían serlo. “Desencadenó un cuestionamiento personal sobre por qué tomamos las decisiones que tomamos. Por qué nos cuesta tanto hablar del dolor que tenemos como seres humanos pero también como país”, agregó.

La escritora sostiene que hay que vivir el duelo y teme que las desapariciones continúen porque sería terrible que fuéramos un país donde todos estamos desaparecidos al ser gente que no habla, “personas con miedo porque preferimos desaparecer”.

Aunque la autora quería abordar únicamente las desapariciones, sus personajes la llevaron por otros temas, como el de los migrantes asesinados en 2010 en San Fernando, Tamaulipas, y la búsqueda que realizan los padres de los estudiantes de Ayotzinapa, Guerrero.

Al respecto, Navarro, integrante de la Asociación Clásicas y Modernas, organización española para la igualdad de género, asegura que ella sólo era testigo de lo que le acontecía a sus personajes e indicó que para darles voz lo que hacía falta era escuchar y narrar lo que pasaba en el mundo real.

Casas Vacías cuenta con una versión de descarga gratuita en la página de la editorial. Brenda Navarro asegura que llevó este proyecto a Kaja Negra porque considera importante rescatar las narrativas que van más allá de las cifras y apostar por la cuestión digital, porque la intención es crear un diálogo y apropiarse de las plataformas virtuales.

La autora está trabajando en un nuevo proyecto en el que le gustaría indagar sobre el perdón, a propósito del diálogo en torno a la amnistía. “Indagar qué es el perdón, quién tiene que pedir perdón y me gustaría abordarlo en la próxima historia que escriba”.

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