Más allá de sus protagonistas, las telenovelas mexicanas nos han regalado entrañables villanas que no sólo marcaron al género sino que, muchas de ellas, se quedaron en el imaginario colectivo.

Basta con echar ojo a la cantidad de memes que protagonizan la temible Catalina Creel (Cuna de lobos) o Soraya Montenegro con su ¡Maldita lisiada!, en voz de Itatí Cantoral (María la del barrio).

Sin embargo el género se desgastó, hubo una ruptura en las historias y con la transformación del entretenimiento las villanas se desdibujaron, explica el crítico de televisión Roberto Rondero.

La televisión necesita buenas villanas otra vez
La televisión necesita buenas villanas otra vez

Aunque en los últimos años se trató de refrescar el género con la realización de remakes —de menor duración—, Rondero considera que títulos como Cuna de lobos no funcionaron.

“Haber tocado a un clásico como estos fue muy delicado, no lo supieron hacer y no supieron cómo terminarlo, esta Catalina Creel se desdibujó del original.

“Faltan historias originales para poder nuevamente hacer melodramas, aunque fueran de pocos capítulos, que incluyan villanas. Muchas de estas telenovelas se veían por las malas”, considera.

Las más malas

En 1958 con la telenovela Gutierritos llegó un personaje que sería precursor para los siguientes años.

María Teresa Rivas interpretó a Rosa Mendoza/Señora Gutiérrez, personaje que es el ejemplo de lo que hoy conocemos como violencia de género pero hacia el hombre.

“No fue la villana que asesinaba, era de tipo psicológica, manipuladora, una mujer controladora que discriminaba a su esposo (Ángel Gutiérrez, interpretado por Rafael Banquells)”, explica Rondero.

Otra de las más recordadas es María Rubio. Como Catalina Creel en Cuna de lobos podría encabezar la lista por su nivel de maldad.

“Fue una villana desapegada de la tradicional mujer que ama al hijo, que todo el tiempo llora por los rincones. Ella, al contrario, se prohibía a sí misma la debilidad”.

La televisión necesita buenas villanas otra vez
La televisión necesita buenas villanas otra vez

“En su momento causó escándalo porque era demasiado cruel decirle eso a una minusválida pero le salió del alma”, señala el crítico.

Así como Itatí también Laura Zapata y su personaje de Malvina del Olmo en María Mercedes tuvo sus propias frases como “Maldita billetera” y “zarrapastrosa”.

De acuerdo con Rondero, en el caso de Gabriela Spanic y de Cynthia Klitbo trascienden sus personajes al ofrecer algo diferente.

Spanic en La usurpadora presentó un contraste del bien y el mal haciendo dos papeles. Mientras que Klitbo en El privilegio de amar (1997) retrató a una mujer con problemas psicólogos.

“Hay una escena famosísima que es cuando se tapa completamente ante las cámaras”.

Aunque Rondero señala que en los últimos años ya no se habla de nombres con tanta fuerza, destaca el trabajo de actrices como Bárbara Mori y su protagónico en Rubí y más recientemente Christian Bach en La impostora, entre otras.

“Creo que los televidentes extrañan eso, las villanas. Siento que en eso radicaba buena parte del éxito de las novelas”, comenta el crítico.

“Al final creo que la gente que sigue a una villana es porque quiere saber cuál sería el destino de estos personajes, si va a pagar todas las de la ley, si va a pagar en esta tierra todos sus pecados”.

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