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Actualmente las clásicas canciones de Cri Cri no son las que fácilmente se pueden encontrar en la radio o la televisión, pero la trascendencia de las melodías de Francisco Gabilondo Soler (1907-1990) tienen tal impacto que las nuevas generaciones las siguen escuchando.
El arraigo que estos temas tienen entre los mexicanos no se limita a una cuestión de nostalgia o añoranza; si bien muchos adultos de hoy en día crecieron de la mano de Cri Cri, los niños han heredado ese gusto de los padres.
Esto se pudo corroborar este sábado cuando el espectáculo Tiliches, tambaches y cachivaches, que retoma la música de Gabilondo Soler, comenzó una breve temporada en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, luego de haberse presentado en el Palacio de Bellas Artes y en el Teatro Metropólitan.
En el marco de los festejos del Día del Niño, decenas de niños y niñas acompañados de padres, tíos y hasta abuelitas corrían por las afueras del Teatro. La calle Donceles parecía más un lugar de juegos que una transitada calle del Centro Histórico.
Dirigido por Andrea Gabilondo, hija del famoso cantautor) el espectáculo escénico y multidisciplinario llegó renovado y con influencias un tanto retro.
Durante poco más de una hora, es show ilustró las canciones y cuentos que inmortalizaran al “Grillito cantor” y que saltaron de la radio a la televisión.
El montaje se basó principalmente en 22 actos, entre cuentos y canciones como “Che araña”, “La marcha de las letras”, “Canción de brujas” y “El ratón vaquero”, así como personajes, cuentos y temas que solamente fueron narradas en los años dorados de la XEW y que hoy están viendo por primera vez la luz en un escenario en vivo.
A diferencia de muchos otros espectáculos infantiles, en éste, los niños no sólo se divertían, pues se podía ver por las butacas a diversos padres disfrutando de la puesta y en algunos momentos hasta coreando algunas clásicas canciones.
Algunos otros temas que se pudieron vivir y hacer que el espectador disfrutara la obra fueron “Orquesta de animales”, “Llueve”, “La marcha de las canicas”, “El minuet de los pájaros” y “La jota de la jota”, que eran representadas por actores y, en algunos momentos, hasta personas con forma de animales, los cuales les resultaban atractivos incluso para los más pequeños.