Por si no lo sabía, le informo que en México operan 46 bancos privados. Y quizá usted, que está leyendo esta columna, se sorprenda de que exista tal cantidad de bancos en el país porque, a decir verdad, la gran mayoría de estos bancos ni siquiera “pintan” en las estadísticas del mercado bancario. Es más, casi estoy seguro que a muchos de ellos ni siquiera los ha visto alguna vez en su vida.

¿Sabía de la existencia de Consubanco? ¿O de Inter Banco? ¿O acaso ha escuchado nombrar a Investa Bank o a Banco Inmobiliario? Es muy probable que no, seguramente porque muchos de ellos son relativamente nuevos, porque son dirigidos a un nicho específico o porque sólo operan en alguna región del país.

El hecho es que sólo siete de los 46 bancos otorgan alrededor de 85% del total de los créditos en el país. El restante, el otro 15% de los créditos, se lo reparten entre 39 bancos, muchos de los que usted y yo nunca hemos escuchado mencionarlos o ni siquiera sabíamos que existían.

Este solo dato, entre otros, nos dibujan una realidad que no se puede pasar por alto: Que el mercado mexicano se lo han repartido apenas un puñado de grandes bancos; por cierto, la gran mayoría de capital extranjero.

El 82.5% del ahorro de los clientes bancarios del país está concentrado en siete bancos y no se diga de las ganancias que se obtiene en este negocio: casi 80% de las utilidades netas totales a marzo pasado se concentraron en cinco bancos. Por cierto, y el dato no es menor, sólo el español BBVA Bancomer obtiene una tercera parte del total de las utilidades bancarias que se generan en el país. Un negocio de muy pocos; como la televisión abierta, la minería, las telecomunicaciones, la fabricación de papel o la venta de pan de caja. Uno de los grandes males de nuestra economía.

¿Que existen 46 bancos operando y que esa sola cifra es muestra de un mercado altamente competitivo con beneficios para los millones de usuarios de los servicios financieros que existen en el país? No. No necesariamente.

Veamos algunos casos. Cuatro bancos —de los 46 que existen— tienen 90% de los créditos que se conceden vía nómina y cuyo total asciende a más de 200 mil millones de pesos. También cuatro bancos concentran las dos terceras partes del total de los créditos personales concedidos en el país; unos 165 mil millones de pesos.

El 89% del total de los créditos hipotecarios que ha otorgado la banca está en manos de cinco bancos privados. Un caso más: tres cuartas partes del total de los créditos concedidos vía tarjeta de crédito pertenecen a solo tres bancos. Y otro más: tan solo cinco bancos que operan en México concentran casi el 70% del total de los créditos que se otorgan a las empresas.

Incluso la elevada concentración se muestra en los créditos bancarios privados al gobierno, a las empresas públicas, a estados y municipios; una cartera que en marzo alcanzó 1.1 billones de pesos y de los que 74% está concentrada en cuatro bancos.

Si hay competencia en estos segmentos del mercado bancario, es entre muy pocos; no entre 46 bancos como las autoridades y los mismos grandes banqueros nos lo quieren hacer ver.

Sabemos que la falta de una mayor competencia bancaria y el predominio de unos cuantos grandes bancos en el mercado, genera abusos al consumidor, encarece las tarifas y comisiones, reduce la calidad de los servicios e, incluso, limita la actuación de las autoridades financieras y monetarias ante el poder de mercado de estos pocos. Más aún, incentiva relaciones de intereses particulares entre unos cuantos banqueros y los políticos en el poder; como ha ocurrido en otras áreas de la economía.

Una expresión de lo anterior se puede dar a través de opiniones sesgadas —favoreciendo las decisiones y resultados de las políticas del gobierno— por parte de las áreas de análisis de los grandes bancos que influyen en la opinión pública a través de los medios de comunicación.

Nominalmente existen 46 bancos operando en el país, pero son cuatro, cinco o seis bancos los que realmente concentran los diversos segmentos del negocio bancario en México y son apenas un puñado de bancos los grandes financiadores de las finanzas del gobierno federal y del sector público en su conjunto.

Una realidad nada favorable para los mexicanos de a pie y menos aún en momentos en que el país enfrenta turbulencias financieras a las que no se le ve aún la otra orilla.

PENSIONES. La gravedad en la que se encuentran los sistemas de pensiones del país y su elevado costo para el futuro inmediato bajo cualquier parámetro, no parece preocupar en lo más mínimo a legisladores y funcionarios públicos. Paradójicamente son los recursos de las pensiones de los trabajadores los mayores financiadores del gasto del sector público.

@SamuelGarciaCOM

samuel@arenapublica.com

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