En la primera sala, una sola pieza de arte. Una mariposa azul, atravesada por un alfiler y clavada a la pared blanca. Con una tarjeta abajo donde aparece el título de la pieza, su precio y su autor.

Naturaleza muerta.

1, 000, 000.00 dólares

Damien Hirst

En la segunda sala, 300 piezas de arte. 300 mariposas azules, clavadas con alfileres a las paredes blancas, con tarjetas donde aparecen, mecanografiadas, el nombre, el precio y el autor.

Naturaleza muerta

100, 000. 00 dólares

Damien Hirst

Una disminución drástica del valor de cada pieza.

En la tercera sala, el Crítico de Arte, preparado para explicar las piezas a cada visitante —porque esta exposición se visita con cita previa, de uno en uno, en solitario, y requiere una explicación—.

El Crítico de Arte: un señor pelón de lentes redondos de arillos de oro, traje azul eléctrico, corbata negra y tenis blancos. A su lado otra silla para el visitante, y entre ambas sillas, una cajita de latón, con una ranura para depositar monedas.

Alexis González, heredero de la fábrica de salchichas y jamones artificiales Sabor, bajo de estatura, el pelo ondulado largo y sobre la cara, vestido en vaqueros, camiseta y tenis, se sienta en la otra silla, emocionado.

Deposita una moneda en la alcancía, y el Crítico le habla:

—La pieza captura lo que le sucede a la Naturaleza cuando la matas con un alfiler.

El joven heredero:

—¿Qué más?

El Crítico señala la alcancía. No hablará sin otra moneda. González deposita otra moneda.

—La pieza es una crítica a la civilización occidental, que mata lo vivo y lo vende.

Otra moneda en la ranura: clac, suena al caer dentro.

—Las mariposas azules no son mariposas monarcas, y así, la pieza critica con fiereza la extinción de las mariposas monarcas.

Clac: otra moneda.

—La pieza vale 1 millón de dólares o 100 mil dólares, según el precio escrito en su tarjeta. Tu tacañería o tu generosidad le pone precio a tu compra.

Clac: otra moneda.

—La exposición en conjunto es un retrato elocuente de la dictadura del dinero que vivimos al inicio del siglo XXI. El único lenguaje en que estamos de acuerdo es el dinero. Y acá se evidencia cómo cada cosa vale lo que se le ocurrió a algún hijo de puta que valga, siempre y cuando haya un idiota que la pague.

Clac.

—Las mariposas han sido muertas para que tengamos esta espantosa plática sobre la Nada. ¿No es aterrador?

Clac.

—Oye. Puedo seguir dándote sentidos de una mariposa atravesada por un alfiler, hasta el final de los tiempos, o de tus monedas, lo que suceda antes.

Clac.

—El idiota que compre esta pieza adquirirá el prestigio de ser el idiota más rico del mundo. Miren idiotas comunes y corrientes, yo soy el idiota que puede tirar al caño 1 millón de dólares y asociar mi nombre al del idiota genial que vende una mariposa muerta. Muéranse de envidia, mariposones.

Clac.

—Si compras alguna mariposa, véndela pronto al doble. O a la mitad. Pero véndela. Porque en 30 años valdrá esta cifra: 000,000.00

Clac.

El Crítico se quitó los lentes, limpió cada cristal con la punta de su corbata negra. Volvió a ponerse los lentes. Dijo:

—Muy bien. Este es el verdadero sentido de la pieza. Las mariposas son tigres de Bengala.

Clac.

—La pieza cifra la muerte del Hacedor de belleza humano y exalta al creador de belleza no humano, El Proceso de la Evolución.

Clac.

—Quién sabe qué diablos significan estas pobres maripositas asesinadas. Así, en el nivel de su misterio inexplicable, cada mariposita asesinada dialoga por las noches, a través de la distancia y los siglos, con la Mona Lisa de Da Vinci.

Clac.

—Mira, te lo advierto. Si compras una de las mariposas muertas, seguirás pensando en qué significa. Es como con las víctimas de una violación. El trauma las lleva a no poder pensar en otra cosa.

Clac.

@sabinaberman

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