El pasado martes 1 de noviembre, 739 académicos de diferentes instituciones del país suscribimos una carta dirigida a los miembros de la Honorable Cámara de Diputados, solicitando que se mantenga la política de aumento al presupuesto en materia de ciencia y tecnología que se ha implementado a lo largo de la presente administración. Como señalé en columnas anteriores, el recorte al sector científico, tecnológico y de innovación que se propone en el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el año que entra (PEF-2017) representa un paso hacia atrás en cuanto al cumplimiento de los objetivos que México se ha planteado en materia de ciencia y tecnología, y a los que el Presidente mismo se había comprometido. No alcanzar la inversión de 1% del PIB en investigación científica y desarrollo tecnológico para 2018, significa continuar con la tradición de atrasos que el país ya lleva a cuestas y que ha representado pérdidas importantísimas para la nación. Ya vivimos una experiencia trágica en 2009-2010 en la que el país perdió 3% del PIB debido a una reacción equivocada en relación a la epidemia del virus de la influenza A (H1N1), cuando por desconocimiento del tipo de virus al que nos enfrentábamos, el gobierno de Calderón tomó medidas innecesarias que detuvieron la economía nacional, ya que se pensó que podía tratarse del virus de la gripe aviar. Una vez que se hizo la identificación del virus en una institución de EU se supo que se trataba de un virus de influenza con cierto riesgo, pero de ninguna manera estábamos frente a la enorme amenaza que se pensaba. Es decir que si en México hubiéramos tenido el equipo y la coordinación necesaria para identificar inmediatamente el virus —como la tenemos después de este incidente—, el secretario de Salud José Ángel Córdoba Villalobos hubiera tomado las medidas adecuadas sin el costo que tuvo la reacción exagerada en razón de la ignorancia acerca del virus. No cuestiono las medidas tomadas en función de que hubiera sido un virus de tan alto riesgo como el de la gripe aviar, pero sí refiero que ese desconocimiento de la verdadera naturaleza del virus provocó grandes pérdidas económicas al país. Se puede llamar a este episodio “el costo de la ignorancia”. Pongo esto como un caso ejemplar de lo que implica el dejar de apoyar al desarrollo científico de México.

Tomando en consideración lo anterior, junto con el hecho de que México carga una deuda histórica de atrasos, pendientes y problemáticas de toda índole, cuya resolución depende en gran medida de contar con un programa fuerte de investigación científica que nos ayude a encontrar solución a los problemas más apremiantes del país, el recorte presupuestal que se plantea resulta francamente inaceptable. Y es que el cambio en la estrategia que ha venido siguiendo el gobierno federal no es para menos, ya que existen otros sectores fundamentales para el desarrollo que también se verán afectados. Dentro de los recortes planteados por el PEF-2017 a áreas estratégicas y fundamentales, destaca el que se hace al sector educativo, de 10.3%. Lo que afecta particularmente a los jóvenes, pues mucho de este retroceso se da en los recursos otorgados a las instituciones educativas de nivel medio y superior, donde cada uno de ellos debería tener un lugar asegurado. Específicamente en lo que respecta a las Instituciones de Educación Superior Federales (IESF) el recorte es de 1.3% con respecto al del año pasado, cuando por el aumento de la demanda y las necesidades reales del sector no sólo no debería de haber recortes, sino aumentos significativos. De estas IESF algunos de los mayores recortes los sufren la Universidad Pedagógica Nacional, de donde deberían surgir y formarse nuestros maestros, con 6.8% menos; la Universidad Abierta y a Distancia de México (-6.7%); el Centro de Enseñanza Técnica Industrial (-5.7%); el IPN (-3.9%); el Colmex (-3.7%), y la UAM (-2.4%). La educación media y superior se verán afectadas y disminuidas en sus de por sí ya insuficientes resultados, sobre todo en cuanto al apoyo a la población altamente vulnerable.

La inversión en ciencia, tecnología y educación no es un gasto, sino una apuesta segura por el futuro. Esperemos que la propuesta de recortes a la educación y al sector científico-tecnológico se vea corregida, de lo contrario se desperdiciará el enorme potencial de México y su juventud, junto con su talento, sus ambiciones y sus ganas de contribuir al desarrollo nacional e internacional y al progreso humano.

Directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM

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