Un discreto anuncio permanece colocado en la entrada de la principal oficina en el segundo piso de la sede nacional del PRI: “No se permite hablar del 2018”. Se trata del despacho de la presidencia del partido, que ocupa Manlio Fabio Beltrones.

El Institucional cumple hoy 87 años de fundado; su dirigente arribará en agosto a los 64 de edad. Ambos se acercan a una cita difícil ante las urnas, de las que en junio próximo surgirán nuevos gobernadores en 12 estados, en contiendas competidas. Un fracaso en estas elecciones sería su sepulcro.

Pero en el PRI de Beltrones nadie pierde hoy de vista la posibilidad de que su clan de políticos de viejo cuño pueda tener a su alcance la Presidencia del la República al término de la administración Peña Nieto.

Nada mal para un personaje cuyas exequias políticas han sido pregonadas en más de una ocasión, la más grave en el periodo que corrió desde 1997 —cuando dejó la gubernatura de Sonora— hasta 2003, arrojado al ostracismo político por el ex presidente Ernesto Zedillo, tras una militancia que se acercaba a las tres décadas, pues se afilió al priísmo en 1968, a los 16 años.

La llegada del PAN a la Presidencia en el 2000 tuvo el efecto colateral de romper el veto decretado contra Beltrones, quien tres años después ya presidía San Lázaro, y en 2006 arribó dificultosamente al Senado, por lista partidista, para hacerse cargo de la fracción tricolor, minoritaria pero poderosa ante un Felipe Calderón surgido de la elección más cerrada y cuestionada en la historia moderna del país.

Por ese camino intentó Beltrones orientarse hacia la candidatura presidencial de 2012, hasta toparse con el avance incontenible de Enrique Peña Nieto, lo que en noviembre de 2011 lo orilló a escribir una carta de renuncia a sus pretensiones, con dos frases centrales: “Uno tiene que decidir entre aspirar a ser una figura importante o un hombre útil (…) Hoy empezamos de nuevo”.

Ese reinicio parecía truncarse al final de su nueva diputación (2012-2015). Se le auguraba un puesto menor en el gabinete o una embajada remota. Pero surgió el golpe de timón desde Los Pinos que en agosto pasado lo colocó al frente del PRI, donde ha declarado que no buscará otra vez la candidatura presidencial, añadiendo en palabras casi inaudibles… “mientras dirija al PRI”.

Es probable que Beltrones Rivera prevea separarse del PRI el próximo año, dentro de un escenario provechoso para su causa. Pero primero deberá entregar resultados en las elecciones estatales de este año, donde los pronósticos no son tranquilizantes en muchos frentes.

Son 12 los estados que renovarán gubernaturas. En al menos cinco de ellas hay focos de alerta para el PRI: Chihuahua, Veracruz, Durango, Quintana Roo y Puebla. Singularmente, en cuatro de ellos gobierna actualmente el Institucional. Otros tres presenciarán una contienda fuerte: Tamaulipas, Zacatecas (ambos del PRI hoy) y Oaxaca, actualmente gobernado por una coalición opositora. Los pronósticos favorables para el tricolor en Hidalgo, Sinaloa y Zacatecas pueden volverse una pesadilla si hay una fractura interna, aplicándose el viejo adagio de que “sólo el PRI le gana al PRI”.

El ejemplo de esto último se está expresando en Quintana Roo, donde la pugna entre grupos internos del Institucional seguía deteniendo hasta anoche la postulación del aspirante oficial, distanciados como están los bloques políticos del actual gobernador, Roberto Borge y su antecesor, Félix González Canto. En ese escenario se fraguó una fractura con la renuncia al PRI de Carlos Joaquín González, miembro de un clan político históricamente enfrentado a los Borge —ambos de Cozumel—, y que marcha ya como abanderado de la alianza PAN-PRD.

Otro caso singular es Chihuahua, donde el gobernador César Duarte, figura cercana al líder senatorial Emilio Gamboa, logró imponer la candidatura de Héctor Serrano, pero protagoniza un creciente distanciamiento con su propio partido y con sectores clave del empresariado. Este último impulsa la fórmula independiente de José Luis Barraza, un destacado miembro del sector privado. Sondeos iniciales ubican también como competitivo al aspirante panista, Javier Corral.

Todos los días se conocen noticias de la crisis política en que se halla hundido Veracruz, al tiempo que en Durango, José Rosas Aispuro compite de nuevo en una alianza PAN-PRD, enfrentando a Esteban Villegas, cuya candidatura generó la rebelión de la senadora Leticia Herrera, quien hubo de conformarse con la postulación para alcaldesa de Gómez Palacio.

En Puebla el PRI optó por su mejor carta, Blanca Alcalá, la cual sin embargo ha tenido un arranque débil por falta de un equipo sólido y por un PRI local subordinado al gobierno del panista Rafael Moreno Valle, que tiene todo por perder en esta contienda.

Este solo paquete de campañas problema debe bastar para que Manlio Fabio Beltrones tenga ante sí una aduana plena de peligros. Luce por ello prudente su convocatoria para que en esta etapa nadie en el PRI hable del 2018. Aunque, en verdad, nadie deje de hacerlo.

rockroberto@gmail.com

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