Hace justo 10 años, como gobernador electo del Estado de México, Enrique Peña Nieto se presentó en la casa de Emilio Chuayffet, en Metepec, para dar una señal de que el ex gobernador —entonces reducido casi al ostracismo— regresaría a las ligas mayores de la política.

Chuayffet y su sucesor, Arturo Montiel, se disputan —esa es la palabra— la paternidad política del actual presidente de la República. El referente más antiguo de su relación data de 1993, cuando el primero fue postulado para la gubernatura mexiquense. Peña, entonces un joven de 27 años, se desempeñaba como tesorero en el Comité Estatal del PRI.

Emilio Chuayffet (ciudad de México, 1951) había incursionado en la vida pública casi 20 años antes, en 1974, como secretario de Arturo Llorente, a quien reconoce junto con el también veracruzano Jesús Reyes Heroles, como sus tutores políticos.

Llorente era subsecretario del Trabajo, Porfirio Muñoz Ledo el titular y Luis Echeverría el presidente. Una mañana sonó la “red” y Chuayffet, con 24 años de edad, contestó. En la línea una voz parecía ladrar:

—¿Dónde está Llorente?—, preguntaba Muñoz Ledo.

—Dejó su oficina por un momento, señor secretario— respondió una voz temblorosa.

—Tiene usted 10 minutos para reportarlo conmigo o está despedido—, se escuchó del otro lado.

Chuayffet lo logró; de lo contrario se pudo haber truncado una carrera política que cobró vuelo en 1982 al llevarlo a la alcaldía de Toluca. Desde entonces brincó a un cargo superior cuando apenas había asumido el anterior. Se proyectó con el apoyo de Carlos Hank y Alfredo del Mazo González y se consolidó con Carlos Salinas. Esa base política lo llevó a la gubernatura, que dejó a los dos años (1995) para ser secretario de Gobernación de Ernesto Zedillo.

En 1997 se le consideraba presidenciable, pero en las elecciones intermedias de ese año el PRI perdió por vez primera la Cámara de Diputados. La gestión de Chuayffet estaba ya minada cuando en diciembre de 1998 se produjo la matanza en Acteal, que lo acabó de derrumbar. Regresó a su casa de Metepec donde sólo sus amigos podían verlo; leía y escribía mucho. Podía dejarse crecer la barba por semanas y apenas salir.

El irresistible ascenso de Peña Nieto trajo de regreso a Chuayffet, quien en 2009 fue electo diputado y estuvo al centro de la defenestración de Elba Esther Gordillo como coordinadora de la bancada del PRI. Antes de abandonar para siempre su curul, la poderosa lideresa magisterial se acercó a Chuayffet y le preguntó: “¿Cuál quieres que sea el epitafio en tu tumba?”.

La primera decisión de Chuayffet como secretario de Educación fue designar a colaboradores contrarios a Elba Esther Gordillo. Lucía sobrado, poderoso, lo que fue subrayado con la detención de la maestra Gordillo, en febrero de 2013.

La convulsión magisterial que procedió a la caída de la lideresa del SNTE abrió espacios insólitos para la disidencia magisterial que encabezaba la CNTE, cuya presencia se multiplicó en el país.

De pronto en la Secretaría de Gobernación se tomó control del tema magisterial. El titular, Miguel Ángel Osorio, negociaba con el SNTE, donde fue colocado Juan Díaz, y el subsecretario Luis Miranda fue el interlocutor con la CNTE. Chauyffet fue marginado.

A Luis Miranda se la atribuye una vieja rencilla con Chuayffet desde 2006, cuando el entonces secretario de Finanzas del gobernador Peña Nieto contendió por la alcaldía de Toluca, pero fue derrotado por el panista Juan Rodolfo Sánchez. El equipo de Miranda acusó a Chuayffet de haber minado su causa.

Llegó 2014 y empezó la demolición del titular de Educación. Su acceso al principal despacho de Los Pinos fue restringido; sus acuerdos eran con el jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, con Osorio Chong y con Miranda. En el equipo de la SEP se empezó a hablar de “fuego amigo” y después de sabotaje.

Los señalamientos de grupos como Mexicanos Primero, de Claudio X. González —estrechamente ligado a Televisa— fueron interpretados como parte de esta campaña. En la SEP se hablaba de la cancelación de supuestos contratos privilegiados a la empresa papelera Kimberly Clark, propiedad del padre de González.

Un episodio más de esta trama fue la revuelta estudiantil en el IPN, que tomó por sorpresa al titular de la SEP. El conflicto pareció crecer también con la anuencia de los mismos sectores del gobierno a los que el equipo de Chuayffet atribuía el boicot en su contra.

En las semanas recientes el ciclo se repitió: Chuayffet se encerró en sí mismo, no recibía ni siquiera a colaboradores. Bajo estricta confidencialidad fue operado de la vesícula. Convaleciente, recibió la orden de viajar dos veces en una semana a Oaxaca para aplaudir al gobernador Gabino Cué por el golpe a la CNTE. Esa actividad prematura y viejas dolencias de salud lo llevaron de emergencia de nuevo al hospital.

Acababa de recibir informes médicos sobre una franca recuperación cuando la mañana del 27 de agosto fue convocado a Los Pinos para cesarlo y ser relevado por el actual titular, Aurelio Nuño.

Los primeros días del nuevo secretario de Educación parecen contar con un horizonte despejado. Hay paz magisterial, nuevos recursos para repartir, anuncios y discursos que parecen haber sido preparados con meses de antelación. Quizá en los días en que se determinó el irremediable derrumbe de Emilio Chuayffet.

rockroberto@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses