Durante los 27 años que dirigió 24 Horas, para su época un insólito noticiario, Jacobo Zaludovsky fue sin duda el periodista más poderoso, conocido, popular, respetado y, sin duda, el más criticado de los que existieran en ese tiempo mexicano cuando la televisión asumía la misión de velar celosamente por el infantilismo de la casi inexistente sociedad civil.

Es posible que algunas claves poco conocidas de este personaje contribuyan a dibujar algunas de las piezas de su dilatado tránsito —casi 70 años— por un mundo cuya historia contemporánea narró, atestiguó y en no pocos momentos, protagonizó. Aquí se acercan cinco de ellas.

1.— Su apellido paterno se deriva del poblado polaco Zabludowe (palabra de origen ruso, que significa “perderse”), donde nacieron su abuelo y su bisabuelo, de oficio panaderos. Su padre, David Zabludovsky, nació en la cercana ciudad de Bialystok. En 1926, acosado por el creciente hostigamiento antisemita, David viaja solo a México, país del que sabía sólo por un folleto. Dos meses después trajo a su familia (esposa y dos hijos; Jacobo nacería en México). Decidió vivir de comprar y revender retazos de tela. Conservó su empresa hasta que su hijo Abraham cobró fama como arquitecto.

2.— Su padre David comenzó a escribir a los 80 años un libro íntimo con reflexiones y anécdotas. Tras su muerte, a su hijo Jacobo —que hablaba y entendía idish, pero no lo leía— le tomó 15 años encontrar a quien pudiera traducir esos textos al español, y ahí nació Años pasados. Memorias de David Zabludovsky. Pese a no ser un libro de su autoría, Jacobo asienta una dedicatoria: “En memoria del bisabuelo de mi bisabuelo que se llamó David; para el bisnieto de mi bisnieto que se llamará David, como mi padre”. Y remataba más abajo: “Y para Sarita”, la compañera de toda la vida, a la que conoció en el barrio universitario de San Ildefonso en la ciudad de México, cuando él iniciaba los estudios de abogacía y ella, en el edifico de enfrente, cursaba apenas la preparatoria.

3.— En 1970 creó 24 Horas con una redacción en el cuarto piso del edificio de la ahora Televisa Chapultepec. A los pocos meses reclutó a Joaquín López Dóriga, que tres décadas después lo relevaría al frente del noticiario estelar. En el equipo destacaba una bella reportera que había sido reina de belleza y fue incorporada gracias a una relación íntima con un alto integrante del Estado Mayor Presidencial. La chica ya brillaba con luz propia cuando cubría días de furia en San Salvador. Ahí estaba en marzo de 1980 durante los hechos en que el obispo Óscar Arnulfo Romero fue asesinado durante su homilía. En el video respectivo se escucha la voz de estridente de la chica: “Ah, chingá, ya se soltaron los madrazos…”. A la mañana siguiente, un avión del propio Estado Mayor Presidencial despegaba de San Salvador con la joven, asustada pero ilesa.

4.— Nunca un periodista mexicano entrevistó a tantos presidentes, líderes, artistas, intelectuales, reyes y plebeyos. Es alucinante la escena en diciembre de 1959 en la que con la misma grabadora de carrete entrevistó en Cuba primero al dictador Fulgencio Batista negando toda posibilidad a la revolución en curso, y unas semanas después, con el mismo aparato, a un Fidel Castro, ya vencedor. O cuando en 1971 provocó la ira de Salvador Dalí —el único mexicano en entrevistarlo— al decirle: “Maestro, algunos dudan de su genio”, lo que atrajo una respuesta como bofetada: “Intente usted una pregunta inteligente, para que podamos acabar esta charla…”.

5.— Periodista de Estado por décadas, sin duda: virtual ministro de Comunicación con López Mateos y Díaz Ordaz; polemizador agudo, enamorado de Madrid —tenía un piso cercano a La Cibeles—; obsesivo del tango —porque Gardel canta cada vez mejor, decía. Periodista que renació en la libertad y al final estaba mucho más lejos del poder que la mayoría de sus críticos. Ayer en su adiós —honrado por la comunidad judía, cuya condición nunca negó ni utilizó en su beneficio—, muchos de sus colegas reían con anécdotas picosas que hablaban de lo importante, del amigo y del hombre. Como aquella reprimenda de Jacobo a un reportero talentoso, pero afecto a la bebida:

—Agustín —le dijo—, usted es muy bueno, pero el alcohol lo aniquila…

—No, licenciado—, respondió aquél. Yo borracho soy feliz. Lo que en verdad me mata es el trabajo…

APUNTES: Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del DF, estaría dando los últimos detalles para un ajuste en su gabinete, por otro lado indispensable ante un entorno político diferente y un proyecto personal que requiere mayor ímpetu. Habrá salidas y enroques. La lista incluye a Héctor Serrano, secretario de Gobierno; Joel Ortega, director del Metro; Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Desarrollo Social; José Luis Amieva, consejero jurídico, y Manuel Granados, presidente saliente de la Asamblea Legislativa.

rockroberto@gmail.com

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