La satisfacción con el país no mejora. Se perciben mal la democracia, el Congreso, los partidos, la presidencia y las elecciones. Hay reclamo por la seguridad y la corrupción, también hay malestar por el rumbo de la economía, la injusta distribución del ingreso y las dificultades para subsistir.

Cada dos años se publica en América Latina una serie de indicadores políticos y económicos que, de manera consistente, colocan a México en la parte más baja de la tabla.

El Latinobarómetro mide percepciones en 17 países desde hace ya una década y los datos que arroja sobre nuestra nación son cada vez más preocupantes. La edición 2015 confirma de nuevo que la nave va mal.

Nunca nuestro indicador sobre satisfacción con la democracia había sido tan bajo. Sólo dos de cada diez mexicanos están satisfechos con el régimen político que nos gobierna. En contraste, 80 de cada 100 aseguran que el poder ha dado la espalda a la mayoría.

Apenas 17 por ciento de la población se siente representada por los legisladores que despachan en el Congreso y sólo el 35 por ciento aprueba la gestión del presidente Enrique Peña Nieto. A lo anterior se suma la convicción de un 74 por ciento que percibe las elecciones mexicanas como poco limpias.

¿Será por eso que la distancia con los partidos se agrava? Apenas tres de cada diez mexicanos se sienten próximos a un partido político con registro. La inmensa mayoría no cree que ninguno destaque por encima de los demás. Todo indica que el voto duro es en México un concepto cada vez menos relevante.

La comparación con otras naciones situadas al sur del continente no es agradable. Mientras aquí la inmensa mayoría de la población cree que el gobierno traiciona su mandato, en Ecuador, Bolivia, Uruguay o Nicaragua, más del 50 por ciento de la ciudadanía se felicita por la proximidad de sus autoridades.

Provoca envidia constatar que Uruguay, Ecuador, Argentina o República Dominicana sean países cuya población está satisfecha, en más de un 50 por ciento, con el desempeño de sus respectivas democracias.

Para profundizar en las razones del disgusto mexicano, vale decir que 7 de cada 10 personas se perciben como habitantes de un país cada día más inseguro y la misma proporción afirma que la transparencia de las autoridades no cambia.

Nosotros, junto con los brasileños y los paraguayos competimos por la creencia de vivir en el país más corrupto del subcontinente. Sólo 2 de cada 10 mexicanos perciben que la corrupción haya mejorado durante los últimos años.

Con respecto a los temas económicos, las impresiones son tanto más crudas: sólo 13 por ciento de los mexicanos están satisfechos con el desempeño de la economía nacional. Hace dos años el 27 por ciento de la población encuestada dijo que el país estaba progresando. En 2015 sólo el 18 por ciento sostiene esa misma convicción; en dos años el indicador se derrumbó nueve puntos porcentuales.

México, Guatemala, El Salvador y Venezuela son los cuatro países latinoamericanos que comparten un gran deterioro en la percepción social de sus economías.

Cuando en México se pregunta a qué clase social pertenecen las personas, 57 por ciento dice que a la clase baja, 38 por ciento a la clase media y 4 por ciento a la clase alta. Contra lo que algunos profetas imaginaron, la inmensa mayoría se coloca del lado de los desposeídos. El dato viene agravándose con los años: 47 por ciento por ciento de mexicanos confiesan tener dificultades importantes para satisfacer sus necesidades materiales.

ZOOM: El Latinobarómetro no es un instrumento utilizado para conspirar en contra del gobierno mexicano, por un grupo de apátridas que no son capaces de ver las cosas buenas que también tiene el país. Se trata de un sistema diseñado para recoger percepciones en el tiempo y resulta difícil negar sus resultados: México es un país que va de mal en peor en lo político y también en lo económico.

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@ricardomraphael

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