¡Qué lejos estamos de la Presidencia que todo lo podía! Antes, mientras más cerca se estuviera de Los Pinos, mayor era la posibilidad de obtener un puesto encumbrado. Hoy para algunos cargos sucede precisamente lo contrario.

La proximidad con el presidente puede ser una desventaja. Peor aún, para descontar al adversario se acostumbra inventar cercanías inexistentes.

El caso más reciente ocurrió dentro del Colegio de México. Hace no tanto el órgano de gobierno de esa prestigiada institución incluyó entre sus reflexiones para nombrar nuevo presidente las filtraciones que supuestamente colocaban a uno de los candidatos como el ungido de Enrique Peña Nieto.

Así lo presentó un diario de circulación nacional y la malintencionada versión surtió efecto. Fernando Escalante Gonzalbo perdió puntos porque, según una fuente imprecisa, contaba con la bendición presidencial.

Se trata del mismo Fernando Escalante que tiene más de 30 años de trayectoria como investigador y docente. Uno de los intelectuales más lúcidos y completos de la generación a la que pertenezco. Un maestro que ha dejado potente huella en varias decenas de generaciones de estudiantes que acudieron a su aula.

La derrota de Escalante es un síntoma armónico con la época. Si un hombre de su talla no puede presidir el Colegio de México, algo anda mal en esa institución, sobre todo si el argumento principal es la pretendida filiación política de alguien que se ha caracterizado por regir con implacable independencia su conducta pública.

Y sin embargo los adversarios calcularon bien el daño que podía caer sobre la candidatura de Escalante al insinuar que en Los Pinos veían con buenos ojos su eventual nombramiento.

¡Es una lástima! El Colmex se perdió de un gran presidente por una pésima razón que además era mentira.

La pócima envenenada funcionó tan bien que en otra casa universitaria ya están preparando la misma receta. Se trata de la UNAM. En breve la Junta de Gobierno de la máxima casa de estudios habrá de analizar las distintas opciones que han sido presentadas para sustituir al rector
José Narro.

Por su dimensión, lo que ocurra ahí dentro tendrá mayores repercusiones políticas. El proceso no podrá ser discreto y son muchos los ojos que ya prestan atención.

No sobra decir que, de tiempo atrás, en esa casa el tema de la autonomía es sagrado y el argumento de la distancia con el poder presidencial pesa todavía más.

Sin embargo, resulta igual de bajo que, como en el caso anterior, se pretendan fabricar proximidades sin fundamento.

De entre las candidaturas presentes para ocupar la rectoría de la UNAM una que destaca sin duda es la de Sergio Alcocer Martínez de Castro.

Tiene entre sus méritos haber logrado el mejor promedio de su generación en la carrera de ingeniería y haber sido un joven galardonado con la medalla Gabino Barreda.

Fue director del Instituto de Ingeniería de la UNAM y secretario general de esa casa, durante el primer mandato de José Narro.

Después obtuvo nombramiento como subsecretario de Energía, durante los últimos años del sexenio de Felipe Calderón. De ahí migró a la Subsecretaría de Relaciones Exteriores para encargarse de los asuntos relacionados con América del Norte, donde desempeñó un papel notable.

¿De dónde sale la especie perversa que lo señala como el ungido de Peña Nieto?

De la mala leche que ya funcionó en el Colmex y que quiere cuajar de nuevo un par de kilómetros más al sur.

Sería una tragedia que esta otra candidatura también se desbarrancara por razones mentirosas

ZOOM: José Narro Robles es un rector cuyo oficio político permitió a la UNAM colocarse con dignidad por encima de la polarización mezquina y sin frutos que caracteriza a los tiempos que corren. Que sirva su ejemplo a la Junta de Gobierno de esa institución para tomar la decisión que viene.

www.ricardoraphael.com

@ricardomraphael

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