Los hechos muestran el lamentable estado en que se encuentra la llamada clase política. Revisemos, por ejemplo, a los dirigentes de los principales partidos. Ninguno de ellos es siquiera comparable, por lo visto en su desempeño, con anteriores líderes que, a pesar de todos sus defectos y los errores cometidos, eran sobre todo hombres de ideas, cultos y a la vez pragmáticos, con claros proyectos de nación desde sus respectivas posiciones ideológicas. Ahora, más que presidentes de partidos políticos, parecen encabezar sociedades de alumnos o clubes de amigos.

Qué bueno que esos espacios sean ocupados por sangre nueva en un país que es muy diferente a aquel en que brilló una pléyade de mexicanos que no se ha logrado sustituir. El relevo generacional es necesario, pero el nivel de quienes están ahora al frente de la política partidista sólo muestra una aguda decadencia y una grave incomprensión de las nuevas realidades.

Los dirigentes de las principales fuerzas políticas están enfrascados exclusivamente en señalar cuál de esos partidos es el más corrupto. Es que están metidos hasta el cogote en su descomposición y no dan para más. No externan ninguna idea consistente de cambio, ninguna propuesta sobre el rumbo que debe seguir el país.

Ricardo Anaya Cortes, del PAN, es el más joven. Abogado de 37 años que brilló, ciertamente, en los debates parlamentarios, cuando lideró a su fracción en la Cámara de Diputados. Llegó al PAN de la mano de Gustavo Madero, hoy refugiado en Chihuahua, mentor al que bloqueó y traicionó para hacerse del control del blanquiazul. Hoy se dedica al uso de la retórica, que muy bien se le da, para consolidar sus aspiraciones presidenciales y encabezar el golpeteo contra la opción que plantea López Obrador, sin reparar ya en los principios fundacionales de Acción Nacional, completamente desdibujados a lo largo de los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón. ¿Le ve usted a Anaya los tamaños de ilustres dirigentes panistas como los fundadores Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna o Luis H. Álvarez o la combatividad del ex candidato presidencial Pablo Emilio Madero o la claridad de ideas del polemista José Ángel Conchello y del ideólogo Carlos Castillo Peraza?

En el PRD, con 49 años, está al frente la lideresa sindical Alejandra Barrales. Ha hecho trabajo político desde las bases partidistas y así había arribado a posiciones importantes. Pero no fue ese, necesariamente, el camino que la llevó a la dirigencia nacional del partido del sol azteca. Llegó por una imposición cupular atribuida al jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, hasta ahora el aspirante presidencial más visible del perredismo; y en medio de una de las más agudas crisis de identidad de ese partido. ¿Tendrá, para resolverla, las luces y el liderazgo de los fundadores Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo o la fuerza y convicción de AMLO, hasta ahora el dirigente que mejores resultados electorales ha entregado a esa formación partidista?

Al PRI lo encabeza Enrique Ochoa Reza, de 44 años. No trae tras de sí trabajo político-partidista notable. Hasta para los priístas es una imposición cupular avalada desde Los Pinos mediante la influencia del hoy supuestamente retirado Luis Videgaray. Ochoa es un tecnócrata del grupo del ex secretario de Hacienda, que también se ha puesto los guantes para tratar de noquear a su odiado Peje. De los principios fundacionales del tricolor ya ni siquiera habla. Justicia social, soberanía, revolución, son conceptos proscritos del discurso priísta desde tiempos de Salinas de Gortari y su proyecto neoliberal. ¿Le ve usted a Ochoa Reza atributos como los que en su momento tuvieron los fundadores Plutarco Elías Calles o Lázaro Cárdenas del Río o los astutos Alfonsos (Corona del Rosal y Martínez Domínguez) o el ideólogo Jesús Reyes Heroles o hasta el trágico Luis Donaldo Colosio?

En Morena no hay referente. López Obrador, por cumplir 63 años, es fundador y principal dirigente del nuevo partido político. Ha mostrado en el PRD, desde sus dos candidaturas presidenciales, convocatoria y fuerza opositora. Preocupa la verticalidad de mando en su partido. Morena es percibido como un partido de su propiedad, lo que despierta grandes temores de regresar al autoritarismo.

Los actuales dirigentes partidistas, salvo el de Morena, no han avanzado desde las bases ni cumplido con la siempre formadora movilidad social y partidista. Fueron impuestos, llegaron desde arriba, como paracaidistas.

INSTANTÁNEA. DESALOJO. El Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra denunció anoche la agresión de un grupo armado, presuntamente financiado por las empresas Lince y Cipsa Vise, que desalojó a pobladores de San Salvador Atenco, Estado de México, que se oponen a la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México. Tras el desalojo ingresaron maquinaria pesada en los parajes Santa Ana y Santa Cecilia, ubicados al lado sur del territorio ejidal.

rrodriguezangular@hotmail.com

@RaulRodriguezC

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