Mañana no habrá otro gasolinazo. Incluso, es probable que venga lo contrario, la disminución en el precio del combustible por unos cuantos centavos: podría ser más cara que en diciembre pero más barata, poquito, que en enero.

La razón de esta “decisión” no viene por un tema político, ni de empatía social, de poco o nada sirvieron las declaraciones de los líderes del PRI, PAN, PRD y Morena; valieron dos pepinos los saqueos; y la presión de las organizaciones obreras, campesinas y patronales contra el gobierno federal no trascendieron más allá de un cacahuate.

La razón es simple, tan simple como Pitagóras.

Si el precio del dólar se moviera a cerca de los 23 pesos, como ocurrió hace unas semanas, nadie se colgaría la medalla con la que, desde el viernes, se ufanarán políticos y politiqueros para vendernos su imprescindible influencia en esta decisión que puso contra las cuerdas a Peña Nieto y a todo su gabinete. O sea, ¡puras mentiras!

Aunque aún estamos en un esquema de precio final semi controlado, la fórmula para determinarlo toma en cuenta factores internacionales con diversas variantes que, en esta ocasión, nos favorecen levemente: precio del dólar, precio del petróleo, precio de la gasolina y el diesel en mercados internacionales, etcétera, etcétera.

Sin embargo, más les valdría a los habladores que pululan entre los representantes populares que guardaran mesura, pues desde finales de febrero o principios de marzo, tendrán que usar todo el peso de su influencia para convencer al gobierno todos los días, sí, todos, de que no venga un nuevo gasolinazo.

Y es que para marzo se actualizará el precio de la gasolina todos los días y, dependiendo de las variables del mercado, a veces subirá, a veces bajará, a veces se mantendrá igual… ¿dónde quedará el impacto de los grandes influenciadores del Estado?

Si mañana baja la gasolina no será una gracia gubernamental, no será un acto por la unidad nacional, simplemente, será la suerte del mercado mundial que nos ha puesto en mejores circunstancias ante las pataletas impredecibles de Trump.

Y si en unas semanas vuelve a subir, no será el gobierno represor, ratero, insaciable cancerbero del mal, sino exactamente lo mismo: la suerte del mercado global.

Si queremos que baje la gasolina, habría que presionar al Congreso para que busque la forma de reducir sus impuestos sin dejar boquetes de inanición o al Ejecutivo para desarrollar, en mediano plazo, una buena estrategia de crecimiento que se sienta en nuestros bolsillos para ser capaces de desembolsar el costo, sin que se afecte toda la economía.

DE COLOFÓN.— El martes aparecieron dos cuerpos de agentes federales, eran de la SEIDO e investigaban secuestros en Tamaulipas. Fueron asesinados por la mafia. Estuvieron siempre cerca de las víctimas y murieron en el cumplimiento de su deber. Honor a quien honor merece.

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