Siempre quise aprender del Gordo, no solo de sus letras sino también de su vida, de su rabiosa cultura, de su ironía finísima y de su capacidad para fumar de a poquito.

Luis Alberto Arellano era una vaca sagrada de las nuevas generaciones que le escupía a las vacas sagradas de las viejas generaciones, así lo veía yo hace diez, doce años, cuando tuve el honor de escuchar sus clases en la Sogem de Querétaro, cuando destrozó mis cuentos en intensos talleres, cuando me dijo que debía de vivir un poquito más, cuando psicoanalizaba los miedos de sus alumnos a través de los versos o de los personajes de nuestros textos.

Siempre me cagaron los ídolos pero he de confesar que en esa época El Gordo y Román y El Tigre y Luis Enrique lo fueron para mí, quise ser algo, poquito, como ellos: impertinentes, sobrados, mamones, extremadamente sagaces… Les aprendí mucho, aunque les llegue muy poco.

Nunca ví jugar al Gordo una cascarita en Los Alcanfores ni tampoco me emborraché con él, pero me pegó su partida, su muerte intempestiva, su gran ausencia en mi pasado.

En el fondo, creo que Luis Alberto se fue muy joven porque tal vez ya no aguantaba tanta pendejada de los millennials.

El dramaturgo Luis Enrique Ortiz Monasterio escribió sobre su muerte:

“Cuando lo conocí él tenía 18, yo 25, como en una historia de amor.

Algunos de mis gestos, muchas de mis palabras, casi toda mi arrogancia y mi cinismo, los tomé de él.

Sin que se diera cuenta, claro.

Y aunque no fuimos muy cercanos, yo siempre presumí que era mi amigo.

Lo consideraba una parte de mí.

Pero se fue.

En este momento pienso que lo hizo para molestarme, no sé ni por qué.

Eso pienso.

Siento que se fue una parte de mí.

Siento que acabo de perder ciento sesenta quilos.

Mis mejores ciento sesenta quilos.

Los únicos que valían la pena.

Adiós poeta.

Acá nos quedamos los legos.”

(http://legomvslegom.blogspot.mx/)

DE COLOFÓN. Trato de escribir poemas como quien deja pistas para reactivar la planta de purificación de agua (...) Mi certeza es que todo está a punto de volar por los aires y la mejor manera de esperar la Aniquilación Nuclear es juntando letras en órdenes irracionales.

(Luis Alberto Arellano en una entrevista de Jorge Posada http://transtierros.blogspot.fr/2016/01/destino-manifiesto-luis-alberto-arellano.html)

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