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Faltan cinco días para que Donald Trump asuma la Presidencia del país vecino, de la nación más poderosa y rica del mundo, el imperio expansivo a nombre de la democracia y la voluntad de hacer del Océano Pacífico un Lago Americano. Trump y su gabinete de oligarcas al servicio de la plutocracia que puso al gesticulador en escena y se asustó del sonido y la furia; del “cuento narrado por un idiota”. Días que atemorizaron al mundo parafrasean ya los que encabezaron los festejos por la caída del Muro de Berlín y anticipan ahora a la construcción del Muro de Trump; tan poroso como la línea Maginot del miedo a las hordas del nazifascismo.
Cinco días. Y aquí ensayamos los métodos del pasado defensivo y estéril. Acuerdo de unidad en las alturas, matrimonio morganático de la República y el corporativismo empresarial; con los restos vacíos del movimiento obrero, ataúd sin la momia del compromiso histórico y la obligación de tutelar los intereses de la clase obrera. ¿Pero habrá quien recuerde a estas alturas el valor y la fuerza del sindicalismo? Mientras hace maletas Agustín Carstens para huir con rumbo a Suiza, a las alturas nevadas y libres de toda sospecha, ya no acuden los reporteros a las arcas del Banco de México a dar testimonio del oro atesorado, reservas de la Nación. Ya no hay patrón oro. El patrón es el dueño del oro.
Un nieto de Antonio Ortiz Mena es ahora ministro de la Suprema Corte de Justicia. Las reservas en dólares no están en las arcas del Banco de México. Inútil culpar a Richard Nixon y la prepotencia de quien se fingiera loco para sembrar el miedo entre sus enemigos en la era nuclear de la Destrucción Mutuamente Asegurada, MAD según el acrónimo en inglés y la teoría criminal de Henry Kissinger. Del oro y de sus dueños en la hora del miedo, a unos días de que Trump jure con la mano derecha sobre la Biblia cumplir y hacer cumplir la Constitución escrita y vigente más antigua de la Tierra. Todos saben que miente, siempre miente. Aquí, decía, convocamos a los de arriba a la unidad. Y en el llano en llamas, sordos al sonido y la furia, la Coparmex, la Patronal, los de Chipinque y los versos de la Borrachita de Tata Nacho, se negaron a firmar el acta del matrimonio morganático.
¿Unidad? —¡Todavía hay clases! Aunque de esas alturas vino el aviso de la muerte de la guerra de clases. Cómo iba a subsistir si antes se declaró formalmente, académicamente, el final de las ideologías. Pero arde el llano y los saqueos son expresión de la lucha de. . . vándalos. Nada le sale bien al gobierno de Enrique Peña Nieto, entonó el coro de la nueva historia oficial y los ecos infinitos de las redes sociales. Y se inició el cortejo de notables a los pasillos del Congreso de la Unión donde diputados y senadores suspendieron los festejos y ofrecieron reducir sus prebendas al grito de ¡la Patria está en peligro! Nadie puede, quizás no sea posible, explicar detalladamente y con certidumbre cómo se integra el precio de las gasolinas. José Antonio Meade se cubría el rostro y Pedro Joaquín Coldwell elevaba la vista al cielo para confesar que el modelo energético del país se volvió incosteable.
Y alegorías en torno a la gallina de los huevos de oro que se agotó o se murió sin que nadie preguntara al titular del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión si fue muerte natural o quién la mató. Ante la Comisión Permanente, José Antonio González, experto en números, en cifras y en nanofragmentos, rechazó el absurdo argumento de que Pemex especulara con los precios: “absolutamente no, absolutamente Pemex por supuesto que no hizo ninguna estrategia para guardar combustible”. Verdad de hoy, ayer y de tres o cuatro décadas de auge embriagador y ventas de pánico que agotaron Cantarell sin que se construyeran refinerías ni se tendieran poliductos, más allá de los ya existentes, para impune saqueo de criminales organizados y amparados por la corrupción imperante.
Un modelo energético que se volvió incosteable y el acto de birlibirloque que redujo a Pemex a bodeguero, intermediario del flujo de gasolinas de los campos texanos a los expendios en proceso y los antiguos concesionarios que harán posible el milagro de bajos precios debidos a la competencia en el mercado menos libre de cuanto mercado libre ha imaginado la fantasía del capitalismo financiero. Cinco o seis refinerías en el abandono trabajan a 40% de sus capacidad. Arde el llano y los saqueos de comercios de todo tamaño, lo mismo en barriadas empobrecidas de marginados que en elegantes centros comerciales de los encumbrados en el nicho del 0.1%.
El debate en la Permanente anticipó el herradero de 2018: la izquierda aplaude al secretario Meade; Morena lo señala responsable y anticipa los “gasolinazos” de febrero loco; el panista Federico Döring tomó distancia para acusar al PRI-gobierno: “no lo supieron hacer y a un año estamos pasando del saving Mexico, al gallinicidio”. Y con eso dio vía libre al yucateco Jorge Carlos Ramírez Marín, diputado del PRI: “No busquemos dónde está la gallina, busquemos qué hicimos con los huevos de oro. Está muy claro qué hicimos: Estelas de luces, bicentenarios, dispendios en los estados, repartos indiscriminados de recursos”. (Crónica de Horacio Jiménez y Leonor Flores, EL UNIVERSAL de ayer sábado 14 de enero de 2017).
El 20 de enero Donald Trump asumirá la Presidencia de EU. Con los servicios de inteligencia de la potencia polarizada, fracturada y enfrentada por el descontento y la ira de los marginados a los que Trump ofreció el milagro mesiánico de recuperar, él y nadie más que él, la grandeza y los empleos que se han llevado los mexicanos. Entre otros, pero los vecinos están a la mano y son inmigrantes ilegales que allá cometen fechorías y crímenes. De ahí el compromiso de construir el muro de acero y concreto. El que asegura vamos a pagar los mexicanos. Peña Nieto volvió a sentenciar que de ninguna manera va a pagar México ese muro. Pero el costo político de la visita del candidato Trump a Los Pinos añadió incredulidad al disgusto de los mexicanos.
Y volvió Luis Videgaray del refugio a la sombra de Los Pinos, en cuanto el suegro del que le abría las puertas a la torre del oro de Manhattan fue declarado Presidente electo. Volvió entre voces que lo aclamaban porque había acertado y en unos días Trump será presidente y Videgaray ya ha sido objeto de elogios del multimillonario, sedicente autor de El Arte de Negociar. Ah, la cercanía da influencia. Y EPN de inmediato designó a Luis Videgaray secretario de Relaciones Exteriores. El titular del Poder Ejecutivo puede nombrar y remover libremente a sus secretarios. Y con aire de ministro, el canciller Videgaray visitó las siete casas mediáticas y aseguró que la visita no fue un error, sino acción que se llevó a cabo precipitadamente. Y con calma, aseguró a tirios y troyanos que no aspiraba a sucesor sino a cumplir la tarea de acercamiento con la Casa Blanca.
No tuvo necesidad de decir que en el futuro. Todavía no se mudan ahí Donald Trump y familia. Videgaray llegó al servicio exterior con palabras de humildad y de inmediato anunció que habría nuevo embajador de México en Washington: Carlos Sada Solana volverá a México y despachará como titular de la Subsecretaría para América del Norte. Y en aras del alma mater, Gerónimo Gutiérrez Fernández es propuesto como embajador de México en EU. Cumplimiento inmediato a la encomienda de negociar con el gobierno de Trump. La estrategia no se limita a Washington, anticipan los expertos. Menos mal. Otra acción “precipitada” acabaría con el servicio exterior prestigiado y respetado, atento al valor de los principios y al imperativo de la soberanía y el “respeto al derecho ajeno”.
México empantanado en el conflicto de incredulidad, indignación e ira de la mayoría agraviada por la desigualdad en la que unos cuantos atesoran la riqueza y millones sobreviven al borde de la hambruna. Y desde Washington, el director de Inteligencia Nacional de EU afirma que la inestabilidad política en México, protestas sociales, corrupción, narcoviolencia, devaluación del peso, son señal de alerta; y “si no se reduce la fuerte desigualdad económica”, la izquierda mexicana podría hacerse del poder en 2018.
Nadie sabe qué partido o partidos integran esa “izquierda mexicana”. Pero el aviso de las agencias secretas de allende el Río Bravo, pudiera ser primera piedra del muro, caja de resonancia del sonido y la furia en el cuento narrado por Donald Trump.