México y el resto de países de América Latina y el Caribe, excluyendo Haití, pertenecen al grupo de ingreso medio, sin embargo, a pesar de los progresos hechos en esta región en los últimos años, ésta enfrenta desafíos importantes en materia de desigualdad y aún prevalecen en muchos casos, niveles de pobreza inaceptablemente altos.

De acuerdo con la Cepal, América Latina y el Caribe, es la región más desigual del mundo en términos de distribución del ingreso. México, está dentro del 25% de los países con mayores niveles de desigualdad de ingreso. Por su parte, el fenómeno de la pobreza es y seguirá siendo uno de los mayores retos para el desarrollo sostenible, sin duda, éste es complejo por su carácter multidimensional y, porque al final, la pobreza genera más pobreza.

Los 4,500 millones de personas que conforman la base de la pirámide —aquéllos cuyos ingresos están por debajo de los 3,000 dólares anuales (en términos de poder de compra local) — viven en pobreza relativa.

En un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) determinó, que en 2010 en América Latina y el Caribe existían 405 millones de personas en la Base de la Pirámide (BOP, por sus siglas en inglés) —ganando hasta 10 de dólares por día— integrada por dos segmentos: el pobre, conformado por personas que viven con hasta 4 dólares diarios (183 millones de personas, 49%) y el vulnerable, conformado por personas que viven con entre 4 y 10 dólares por día (222 millones de personas, 55%).

En México, se reveló que el mercado BOP en 2010, lo constituían 90 millones de personas, de las cuales 40 millones fueron considerados como pobres y 50 millones vulnerables. La pobreza es una condición que siempre ha considerado a aquéllas personas que no pueden satisfacer sus necesidades básicas, pero el término de vulnerabilidad ha sido acuñado para identificar a población que logra satisfacer algunas de éstas, pero que cualquier situación de riesgo les haría caer en pobreza; siendo así que cualquier persona que recibe 10 dólares por día, de acuerdo al BID, reduce considerablemente las probabilidades de caer por debajo de la línea de la pobreza.

La inequitativa distribución de la riqueza y la pobreza son factores de inestabilidad y son contrarias a la construcción de sociedades pacíficas. Esto exige un trabajo más arduo en el logro de un crecimiento compatible con la inclusión social y la protección del medio ambiente.

En este sentido, los desarrollos de Prahalad, Hammond y Stuart, son enfoques proactivos e innovadores, para disminuir la brecha de la pobreza. El enfoque de estos autores, rompe con la visión filantrópica y mira a los negocios inclusivos como lo que son, negocios.

Los autores antes referidos ven en las grandes empresas un dínamo para el desarrollo económico mundial. Atender un mercado BOP de más de 5 billones de dólares, significa suministrar bienes y servicios y atender a personas que enfrentan diferentes necesidades por sus carencias y que ven negado su acceso por su condición de pobres.

Empero, a través de reducción de costos, economías de escala, tecnología, innovación, por mencionar algunos factores, pueden capitalizar beneficios al incursionar a estos mercados. Al poder obtenerlos a precios accesibles, la población BOP, aumenta su canasta de consumo y no queda marginada del progreso. Además, el hecho de que el modelo contemple su inclusión en el proceso de producción y distribución de estos bienes y servicios para el mercado BOP, tiene un profundo sentido social, al no sólo generar empleo, pero también riqueza.

De esta manera, los negocios que son inclusivos, no sólo inciden en el crecimiento de los países que los promueven, sino que también son incluyentes. Las personas que participan en éstos, tienen la posibilidad de gozar de un trabajo decente, pero también acceder al bienestar económico y social al tener la oportunidad de tener acceso de bienes y servicios que de otra manera no obtendrían, o sería muy difícil hacerlo, resultando discriminados.

La desigualdad y la pobreza juegan un papel muy importante en el aumento de la violencia. El nivel de actividades criminales se asocia a concentraciones de jóvenes con pocas oportunidades de estudio o trabajo, situación que hoy en México nos lacera violentamente.

Luego entonces, urgen soluciones innovadoras a tanta marginación y sufrimiento humano; las empresas pueden hacer una diferencia en su entorno, con la comunidad que atienden; así como, emprender acciones de gran impacto social. Los negocios de la base de la pirámide, o inclusivos, son sin duda, una manera de lograrlo.

Directora del Instituto de DesarrolloEmpresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte

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