El viernes 12 de agosto se celebró el Día Internacional de la Juventud. Este año su tema central fue la erradicación de la pobreza y el logro de sistemas de producción y consumo sostenibles. La intención es sumar esfuerzos para contribuir al cumplimiento de las metas de desarrollo sostenible hacia 2030.

El Presidente Enrique Peña Nieto aprovechó la ocasión para hacer entrega del Premio Nacional de la Juventud por su trabajo en favor de la comunidad, y por su ejemplo de superación y progreso. El Premio celebra el compromiso social, espíritu innovador, y el carácter emprendedor de los jóvenes; sobre todo, celebra su amor por México.

Las y los jóvenes galardonados contribuyen al bienestar y al desarrollo de México y, al mismo tiempo, a los objetivos que Naciones Unidas ha establecido. Uno de los más jóvenes se ha dado a la tarea de impulsar el reciclaje de residuos y de crear conciencia en torno a la protección del ambiente. Otro galardonado, una organización de muchachos de menos de 30 años, ideó un proyecto de plantas de tratamiento que limpian 20 mil litros de aguas residuales cada día. Otros tantos promueven el interés por la ciencia y la tecnología, y así ayudan a atender uno de los factores más determinantes de la pobreza: el rezago educativo.

Todos los proyectos muestran talentos, habilidades y pasiones extraordinarias, que enriquecen a nuestro país. Muestran el interés generoso de nuestros jóvenes por atender necesidades de otros: personas con alguna discapacidad, personas con problemas de salud, mujeres víctimas de violencia. Reflejan inquietud por los derechos humanos y la cultura política, y habilidades de innovación y de iniciativa empresarial.

Estamos muy acostumbrados a decir que la juventud es el futuro del país, pero en realidad es su presente: son agentes de cambio y, ya están contribuyendo a que México sea más próspero, más limpio, más equitativo y más democrático.

La Secretaría de Desarrollo Social, por instrucción del Presidente de la República, ha hecho un esfuerzo sin precedentes a favor de la juventud mexicana. Con otras dependencias del gobierno federal, ha diseñado mejores instrumentos de planeación, un nuevo andamiaje institucional y políticas públicas más eficaces para garantizar a los jóvenes un mínimo de bienestar, y evitar que la pobreza se siga heredando de generación en generación.

Con el Programa Prospera apoyamos con becas educativas a casi 3.5 millones de niños y jóvenes que cursan la secundaria, el bachillerato y la universidad. Creemos que una de las mejores apuestas que podemos hacer, es por la educación como instrumento de formación cívica, de construcción de ciudadanía y como factor de inserción social y productiva.

También merece mención el apoyo que el Instituto Nacional de la Economía Social ha dado a más de 350 proyectos productivos en 13 estados. En ese proyecto han participado más de mil 500 jóvenes. Sedesol financió además, el año pasado, 231 proyectos de la sociedad civil destinados a promover los derechos de los jóvenes con una inversión federal de 41.3 millones de pesos. Más de 65 mil jóvenes se han beneficiado con estas iniciativas ciudadanas.

Éstas son sólo algunas de las acciones sustantivas que hemos dirigido a la juventud, aunque debemos reconocer que falta mucho por hacer. Es necesaria una visión de largo aliento en materia de política pública y una estrecha coordinación de los sectores público, privado y social.

Los jóvenes son una poderosa fuerza de cambio. Han crecido en medio de intensas transformaciones políticas y sociales que han conducido al país hacia una democracia plena. Son el sector más educado; el más informado, el más cohesionado, y México los necesita. La Sedesol reitera su compromiso con ellos.

Secretario de Desarrollo Social

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