Los actos de provocación, racismo y prepotencia que han aparecido últimamente en el futbol mexicano son expresión de una realidad que hay que rechazar. Como la cultura, el deporte también refleja el conjunto de rasgos espirituales, materiales y de comportamiento que caracterizan a una sociedad. Su práctica conlleva principios y valores intrínsecos, como el anhelo de superación, el deseo de alcanzar una meta, el respeto al adversario, etcétera, pero también refleja tendencias negativas, como fanatismos, odios, violencia o complejos de diversa índole. El libertador y poeta José Martí (1853- 1895) decía: “Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y a la violencia nada construyen, porque sus simientes son de odio”.

Quienes recurren al insulto o a la agresión en los estadios, no se interesan tanto por el deporte, sino por desahogar frustraciones, satisfacer intereses personales o exhibirse. Lo malo es que en su delirio suelen llegar a extremos de ofensa y provocación. Los adversarios son sus enemigos y, por tanto, objetos de aversión, ira u odio. La aversión es un sentimiento que tiende a desquiciar la razón; la ira, un enfado violento relacionado con el deseo de venganza; el odio, una suerte de antipatía hacia algo o alguien. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788- 1860), en su libro El amor, las mujeres y la muerte, dice: “Dejar aparecer la ira o el odio en la palabra o en el rostro es inútil, peligroso, imprudente, ridículo… Los animales de sangre fría son los únicos que tienen veneno. La urbanidad es prudencia, la descortesía, una estupidez. Crearse enemigos tan inútilmente y con tanta ligereza es un delirio, como prender fuego a la propia casa”.

La esencia del deporte, lo que le confiere más atractivo, es la competición. Pero en ocasiones, al calor de la lucha, surgen conductas irracionales, ya sea por temor, frustración u orgullo. El ser humano es orgulloso por naturaleza, lo que a veces le impide ver la realidad. También suele influir el miedo que, cuando se enseñorea en una mente, le dificulta discernir con lucidez.

Pero también el deporte es un universo de múltiples posibilidades que están en constante superación. En sus principios y valores conlleva razones más que suficientes para repudiar o al menos controlar la discriminación, el odio o la violencia. La periodista Oriana Fallaci advirtió: “El momento en que renuncias a tus principios y tus valores, estás muerto, tu cultura está muerta, tu civilización está muerta”.

rjavier_vargas@terra.com.mx

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