El conglomerado “futbol mexicano” puede entrar en una peligrosa zona de confort en 2016. Con la Copa de Oro obtenida a tropezones, las aguas se calmaron con la Selección, luego vino el conciliador Osorio y aquello se volvió un lago.

La Sub-17 tuvo otro refrescante torneo Mundial en Chile. Ya no es nuevo que los cadetes tengan a México con un gran prestigio internacional en la categoría. Bueno, pues el reto está en la franja intermedia. Cómo lograr que aquellos clubes que invirtieron en la creación de la materia prima, lo hagan con la misma fuerza y decisión para abrirles espacios en la rama de Primera División?

En Europa sobreviven en mayor o menor importancia o clubes, un puñado de mexicanos cuyas edades son significativas para los promedios de rendimiento. Jesús Corona tendrá mayor longevidad que Reyes y Herrera, pero los demás están más cerca de volver.

Javier Hernández vive un momento impresionante, pero los elogios que recibe hoy en el Leverkusen son tan desmedidos como las críticas que recibía en el Madrid y después en el United. La MLS es ya un postor importante en lo comercial para todos ellos.

Así que, revisadas las perspectivas, hay un tema claramente pendiente: migración sistemática y no por golpes de inspiración o excepciones. Fabián va a Alemania tres años tarde por su intermitencia. Así estamos en el futbol mexicano: tarde.

Hay muchas cosas que funcionan con mayor profesionalismo en la FMF de Decio, pero los operadores sólo pueden ejecutar lo que los socios capitalistas ordenan. Calificar a los Mundiales ya no tiene que ser aplaudido en ninguna categoría. Si no se eleva el rasero, no habrá progreso. México da para 50 futbolistas decentes en clubes decentes de Europa, pero si seguimos fomentando la economía interna ficticia en la que se tasan como consagrados a jovencitos que apenas tienen un año a buen nivel, nadie querrá oler a leña de otro hogar.

Siguen y siguen analizando la reducción de extranjeros por siglos, cuando es un asunto de elemental aritmética: más calidad igual a menos corrupción; más cantidad igual a más corrupción. Menos extranjeros igual a más oportunidades para los oriundos.

Pero de esa corrupción no se enteran ni participan la mayoría de los dueños, son los intermediarios, y son montones, los que no sueltan el hueso.

Twitter: @Javier_Alarcon_

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