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Con todas las calamidades que vive la Selección de El Salvador entre directivos y jugadores, más el entorno y altitud del Azteca, y la calidad superior de los mexicanos, le viene un debut de pura miel al colombiano Juan Carlos Osorio en el arranque de las eliminatorias rumbo a Rusia 2018.
Ni siquiera una improbable caótica actuación tricolor podría poner en riesgo la victoria. Si el juego fuera en el Cuscatlán, con los salvadoreños presentando su mejor versión posible, e igualmente debutando ambos, el pronóstico no sería tan luminoso para México.
Osorio tendrá que hacer gala de sentido común y evitar, por tratar de establecer su estilo de manera exprés, que se confundan conceptos, zonas y responsabilidades en el campo.
Por esta vez la Selección de México debería volar con el piloto automático puesto y capitalizar las inercias de Ferretti y Herrera. Y los jugadores tendrían que evitar, por llenarle el ojo, hacer cosas extrañas y ansiosas.
El juego de este viernes hay que trabajarlo con paciencia. Nada de pensar en golear. Cada cosa a su tiempo, y un marcador gordo sólo como consecuencia de que cada quien haga lo adecuado en su ámbito individual. Pases prácticos, precisos para avanzar en líneas y cambios de ritmo y mano a mano en territorio salvadoreño, y ya tendrán pronto un manojo de llaves para abrir a El Salvador, que vendrá con lógicas, necesarias y excesivas precauciones.
Atrás no están permitidos los lujos de una zaga verde que ha dudado más de la cuenta. Si no hay opción, se rompe la pelota y se salta la línea de volantes. Serán tres puntos en la bolsa sin correr ningún riesgo ni exponer a nadie en esfuerzos desmedidos. No habrá como dar pasos cortos y firmes rumbo al 2018.
Nada de esas payasadas y palabrería bravucona de “clasificar caminando”, porque las visitas de México, todas y cada una serán duras. Pero tampoco esa angustia llena de mediocridad para clasificar a Brasil con el rosario en la mano, con Estados Unidos como socio y sopesando a Nueva Zelanda como si fuera Alemania.
Twitter: @Javier_Alarcon_