Frente a la creciente preocupación por el elevado número de migrantes que muy probablemente regresarán a México en los próximos años, es preciso recordar que no es la primera vez en la historia que vivimos situaciones semejantes. Ocurrió en 1908, durante el porfiriato; volvió a pasar a principios de los años 20, cuando EU deportó a cerca de 50 mil mexicanos en las postrimerías de la Primera Guerra; lo vivimos en los años que siguieron a la Gran Depresión, con una cifra que excedió a los 350 mil retornados, y una vez más en 1964, con el final del Programa Bracero. Sin ir más lejos, la administración de Obama llevó a cabo más deportaciones que ningún gobierno previo sin que le hayamos dado la debida atención. Con todo, la idea del retorno genera temor.

Vale la pena detenerse en lo que ocurrió en los años 30, cuando el Estado mexicano desplegó un esfuerzo importante para recibir a los retornados. Se creó una comisión de repatriación que aglutinó a varias secretarías, gobiernos estatales y municipales, así como a diversos grupos sociales con el objetivo explícito de “reincorporar” a los repatriados, dándose a la tarea de recaudar fondos en su apoyo. Si bien el esfuerzo fue modesto y obedeció en gran medida a una estrategia de propaganda nacionalista, me interesa recuperar dos aspectos de esta experiencia: en primer lugar, los esfuerzos para construir una imagen de México como una nación de refugio y protección, que hoy debiéramos fortalecer para que la defensa de nuestros connacionales en EU tenga mayor fuerza. En segundo lugar -y aquí el énfasis-, la idea de que el retorno de un número importante de migrantes podía ser un motor para el desarrollo de México. Hoy debemos revisitar y resignificar esta visión para los tiempos que corren.

Ya hacia mediados de los sesenta, cuando concluyeron dos décadas del Programa Bracero, México logró beneficiarse de la migración de retorno, como lo han podido hacer también otras naciones. Para el mundo rural, como documenta un estudio de Michael Snodgrass, los ahorros que gran parte de los retornados lograron traer al país permitieron financiar la compra de tierras, insumos para la producción y bienes de consumo, factores que permitieron que muchas familias mejoraran su calidad de vida. Los ex braceros pudieron establecer negocios en diversos ramos, trajeron nuevas ideas y promovieron nuevas formas de desarrollo económico.

Algunos países del mundo han sido particularmente hábiles para beneficiarse de los migrantes que regresan mediante políticas que incorporan al entorno local sus capacidades, conocimientos y redes adquiridas en el exterior, como ocurrió con el boom tecnológico en. Aunque es sabido que la mayoría de esta migración está formada por trabajadores de mayor calificación que han logrado estudiar doctorados y maestrías en el exterior, lo cierto es que una gran parte de los migrantes ha logrado incorporar conocimientos y hacerse de ahorros útiles en la formación de pequeñas empresas, que fomentan la inversión y favorecen la creación de empleos.

Los mexicanos que han vivido en EU también han adquirido habilidades que pueden ser muy útiles al país. Además de tener la ventaja de hablar dos o más idiomas, se trata, en general, de una población más educada que la media nacional, como suele ocurrir con las personas que migran. lo hacen).

Según , por cada año de experiencia relevante en Estados Unidos (entendida como aquella adquirida en ocupaciones dentro de un mismo sector del mercado laboral), los migrantes aumentan sus ingresos en 5%. Con ello, si pasaron 20 años fuera de México podrían ganar el doble. De igual forma, encontró que 20% de las personas migrantes retornadas a México de EU invirtieron en negocios. Cinco años después 75% de estas empresas todavía existían, en contraste con el 25% de la media nacional que logra continuar en operación tras dos años de vida.

Estos datos son sólo una muestra de lo mucho que se puede lograr cuando se piensa el retorno como una oportunidad para el desarrollo. Recibir a los migrantes retornados con generosidad, aceptar y respetar sus diferencias, y brindarles los servicios necesarios para que logren integrarse a nuestra sociedad y contribuir a su desarrollo será fundamental en los próximos años. Se trata de una inversión que tal vez nos permita pagar una deuda histórica a esas personas que, a pesar de sus capacidades y espíritu emprendedor, optaron por marcharse como única vía para hacer sus sueños posibles.

Analista político

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