“Quiero que entienda algo, méndigo policía, esta conversación nunca sucedió.” Le aclara la diva María Félix al detective Ezequiel Rocha, quien tuvo que dejar a su compañero Pánfilo Díaz en la calle, ya que la señora se negaba a recibirlos. Este encuentro ocurre en la novela Amorcito Corazón, de Carlos René Padilla, publicada por Nitro/Press, el Instituto Sonorense de Cultura y la Secretaría de Cultura, en julio de 2016. Es una novela policiaca que sorprende por el caso que investigan los detectives: no la muerte de Pedro Infante en Mérida, Yucatán, en un lamentable avionazo, sino su asesinato en un departamento de la ciudad de México.

Carlos René Padilla, nacido en Agua Prieta Sonora, en 1977, avecindado en Ciudad Obregón, es un narrador paciente, gran lector y preciso en el manejo del lenguaje de los bajos fondos, quizá porque ha trabajado en bares gran parte de su vida y por su oído para aprender códigos exclusivos del hampa. Amorcito corazón transcurre en la Ciudad de México, pero sus detectives son norteños, Rocha, sinaloense, y Díaz, de Sonora. Levantaban evidencias de una mujer estrangulada en un departamento cuando reciben la orden de atender el caso de dos cadáveres entambados juntos en las afueras de la ciudad. Cuando arriban al lugar, el Niño Palencia, un periodista gráfico de 25 años, protegido de Rocha, toma las fotos que le vienen en gana. Las víctimas son el capitán Cruz y una mujer. Nadie se hubiera extrañado si el capitán Cruz no fuera Pedro Infante, y además se había matado horas antes en el mencionado avionazo en Mérida. Los detectives se sintieron motivados inmediatamente, y el fotógrafo pensó que tenía la de ocho.

Sin embargo, el gusto no les duró ni una hora. Aparece el agente americano Elvis y los despoja del caso e incluso de los cadáveres, alegando que tiene autorización de sus superiores. Con prosa movediza y arenosa, Padilla nos lleva de un capítulo a otro con la expectativa insana de que los detectives convierten su rabia en actos inteligentes y nos enteren que es realmente lo que pasa con este personaje y cómo se ha involucrado en el caso. Mientras ellos trabajan, las exequias del orgullo de Guamúchil, Sinaloa, tiene lugar con un desfile espectacular de personajes de la farándula. La radio no deja de hablar de él y de tocar sus canciones. Ellos buscan a Ismael Rodríguez, el director de cabecera de Infante y les revela la relación de Pedro con el narco sinaloense y de cómo debía utilizar sus virtudes de piloto aviador y su avión a su servicio. Les revela además que María Félix los acompañó en un viaje a Badiraguato.

Con un penetrante humor ácido, Carlos René Padilla nos lleva de un lugar a otro con esa espina clavada, ¿cómo fue qué Pedro Infante, el gran ídolo de México, se convirtió en narcotraficante?, ¿para quién trabajaba?, ¿por qué se lo escabecharon? La trama se desarrolla con equilibrio, sin descripciones innecesarias, poco a poco los enigmas se van develando y cada uno de los personajes se convierte en una parte importante del mecanismo de relojería que es la novela. Hay sólo uno que inquieta a lo largo de las páginas, su suerte es un misterio y sólo al final se conocerán las razones de su destino. Los detectives son clientes de la cantina La Ópera y cotidianamente se encuentran a Filiberto García, uno de los íconos de la literatura policiaca latinoamericana, detective que Rafael Bernal nos presenta en El Complot Mongol; también desayunan en el Sanborns Los Azulejos, el preferido de los chilangos de 1957, cuando esta historia tiene lugar.

La creación es caprichosa, y cuando se trata de novela negra todo es agudo y profundo; puede haber novela pero no novelista y viceversa, pero en este caso, hay novela y hay novelista. Padilla se desenvuelve perfectamente dentro de las exigencias del género y cuenta una historia con variadas dosis de emoción, además crea una Ciudad de México descastada, corrupta y semioscura, donde las víctimas son simples fiambres con inesperado final, donde no sirve la fama ni la pertenencia a grupos de poder evidente. Cada víctima parece ser parte de una mascarada destinada al fracaso. Dentro de la literatura mexicana de género, Amorcito corazón, que además ganó el Premio Libro Sonorense en 2015 en el género novela, es una celebración, igual la presencia del autor que entró con el pie derecho en las letras mexicanas; ya me dirán qué opinan, por lo pronto, vuelvan a vivir un par de horas con Pedro Infante. Está igualito.

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