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Ningún político en México ha sido protagonista de la vida nacional tanto tiempo como Andrés Manuel López Obrador. Nadie con esa intensidad ha sido tanto tiempo opositor al régimen federal y gobernante local. Nadie con esa competitividad ha protagonizado tres elecciones presidenciales. Nadie ha desatado tal polarización en el país.
Este domingo por la noche, el líder de Morena deberá elegir una de tres rutas posibles. Su determinación marcará el derrotero de la política mexicana en los próximos meses. Los demás reaccionarán ante ello y ese será el juego de la pelea por Los Pinos.
1.— El primer escenario es el más sencillo: su candidata al gobierno mexiquense, Delfina Gómez, gana las elecciones. Conoceremos a un Andrés Manuel al que no estamos acostumbrados: al Andrés Manuel de la victoria. ¿Cómo se comporta? ¿Es otro o el mismo? ¿Es magnánimo en el triunfo o hace leña de los árboles caídos? ¿Es de los que tiende la mano o de los que escupe al rival noqueado? El tabasqueño sabe que si gana esta gubernatura queda en una posición inmejorable para la elección presidencial del 2018. Lo sabe él y lo saben todos los que le quieren competir. Su actitud en un escenario así será clave para el electorado.
2.— El segundo escenario es que Delfina Gómez pierda y Andrés Manuel no acepte la derrota. Desde hace varios días ha empezado a preparar el terreno. En estas arenas lo conoce todo mundo. Ya saben cómo reacciona, qué dice, qué hace, qué es capaz de organizar, hasta dónde se muestra dispuesto a estirar la liga. El ímpetu de sus alcances ha estado marcado en el pasado por la ventaja que le lleva quien es declarado vencedor. Si la ventaja es amplia, sus palabras de reclamo pierden fuerza y validez. Su capacidad de generar un conflicto se desvanece. En cambio, si la ventaja en su contra es corta —o peor aún, si se la quitan “en la mesa” de los tribunales— hay gasolina para un movimiento de protesta intenso, encendido, desafiante, que polarice. Tendrá que ser cuidadoso en que no se le revierta, como sucedió en 2006. Sabremos si aprendió.
3.— El tercer escenario posible, aunque inédito hasta ahora, es que su partido pierda y López Obrador acepte la derrota. No tiene que validar las irregularidades del proceso ni los excesos de sus contrincantes. Pero no hemos conocido un Andrés Manuel que acepte que el conteo de votos no le es favorable y procese por la vía institucional el cúmulo de inconformidades que tenga. No parece estar en su ADN político, pero hay quien piensa que una estrategia así sacrifica una batalla en busca de ganar la guerra, es decir, sacrifica el Estado de México para ganarse la Presidencia, mostrándose en plan “estadista”, mandando una señal a los que les provoca incertidumbre, a los indecisos. Judo politics, como dicen ahora en Rusia: triunfar sobre el adversario usando su propia fuerza.
SACIAMORBOS. Ya hay una nueva candidata presidencial. El Congreso Nacional Indígena, liderado por el EZLN, postulará a Marichuy Patricio Martínez, nahua de Jalisco. De un momento a otro les llega el primer ultimátum.
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