El presidente Enrique Peña Nieto debe cancelar su visita a Donald Trump programada para el próximo 31 de enero. Él es el jefe del Estado, nos representa a todos los mexicanos. No tiene sentido seguir intentando complacer a Trump tras las reiteradas humillaciones a México y a los mexicanos.

En su mensaje de anoche, Enrique Peña Nieto no anunció la cancelación de la visita, sino un compás de espera para consultas con el equipo negociador, el Senado, los gobernadores y otros actores políticos antes de tomar una decisión al respecto.

Los secretarios de Relaciones Exteriores y de Comercio sufrieron una emboscada. En el momento en que se encuentran en Washington para preparar la visita del presidente Peña Nieto, Trump firma una orden ejecutiva para acelerar las deportaciones que, en los hechos, se traduce en una guerra contra los migrantes mexicanos, y ordena el inicio de la construcción del muro entre su país y el nuestro.

Justo un 25 de enero, pero de 1961, se ordenó la construcción del Muro de Berlín y 26 años después, Ronald Reagan pronunció su famoso discurso “Derribe este muro, señor Gorbachov”.

Hoy, a 33 años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), Trump ordena la construcción del muro de la ignominia, no entre dos enemigos de la guerra fría, sino ¡entre dos socios comerciales!

La construcción del muro es un acto hostil. Es, en los hechos, el fin del TLCAN, aunque éste subsista formalmente. No hay condiciones para ningún tipo de renegociación. El presidente estadounidense acaba de acusar falsamente a los migrantes indocumentados de votar ilegalmente para darle el triunfo a Hillary Clinton en el sufragio popular. Previamente, los ha acusado de ser ladrones de empleos, de ser narcotraficantes, criminales, terroristas y violadores.

Los flujos migratorios en EU son los más bajos en 40 años, señala un informe de WOLA (goo.gl /pHz58a). Cerca de 80% de los migrantes deportados por tener antecedentes criminales cometieron delitos relacionados con su ingreso o reingreso ilegal a EU, o delitos no violentos, por ejemplo, accidentes de tránsito.

El establishment político estadounidense, tanto republicano como demócrata, empieza cualquier discurso sobre la relación con México poniendo el gesto duro y diciendo que se tiene que garantizar la seguridad fronteriza. El muro y las deportaciones son un pretexto.

De las 10 ciudades más seguras de Estados Unidos con más de medio millón de habitantes, seis están en la frontera con México: Los Ángeles, San José y San Diego, en California; El Paso, San Antonio y Austin, en Texas.

El éxito del muro, como consigna electoral, es porque se ve, allí está, aunque sea innecesario y represente un monumental desperdicio del dinero de los contribuyentes estadounidenses.

Van a necesitar a los trabajadores mexicanos, no pueden prescindir de ellos, pero quieren regresarlos a las catacumbas: haz tu trabajo, pero desaparece de mi vista, sin derecho alguno.

Mi conclusión es que al señor Trump no le interesa considerar los puntos de vista del presidente Peña Nieto. Ya tomó sus decisiones de manera unilateral. Sólo le va a decir: lo tomas o lo dejas. Nos ve bajo la óptica del racismo. Nos ha dicho una y otra vez que no podemos hablar como iguales.

A quienes el presidente Peña Nieto sí debe ir a ver son a las comunidades mexicanas, latinas, y a los empleadores, legisladores, alcaldes, e inversionistas estadounidenses que encabezarán la resistencia al racismo y la intolerancia de Trump.

*Profesor asociado en el CIDE

@Carlos_Tampico

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