Texto y fotografía actual: Carlos Villasana y Ruth Gómez

Diseño Web: Miguel Ángel Garnica

A inicios de marzo se dieron a conocer casos donde personalidades del medio del espectáculo nacional habían sido deportadas de Estados Unidos. El motivo, aunado al endurecimiento de la política migratoria estadounidense, fue realmente simple: no poseer la documentación necesaria para trabajar allá. Las autoridades migratorias les informaron que por haber trabajado allá sin autorización —es decir, no tener su visa de trabajo— no tendrían acceso a su territorio en un lapso de cinco años.

Ante las cámaras mexicanas, algunos de ellos se mostraron molestos e indignados, mientras que otros, como la comediante Nora Vázquez hizo uso de su popular personaje conocido como “Chabelita” para narrar lo que le aconteció. Sin embargo hubo otros tantos que exhortaron a los mexicanos a tener sus documentos en orden en caso de querer —o tener que — visitar Estados Unidos.

En la actualidad, es bastante común que personalidades mexicanas sean reconocidas en territorio estadounidense por varias cadenas televisivas cuyos contenidos van dirigidos específicamente a la comunidad latina. Pero, si hablamos de cine son contados los talentos nacionales que han logrado dejar huella y permanecer en la memoria de una de las industrias más poderosas del mundo.

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Fotografía de Lupe Vélez.

La llegada de una estrella

Con un metro y cincuenta centímetros de estatura, Lupe Vélez arribó a Los Ángeles, California, a punto de cumplir 20 años. Era 1927 y la mexicana había decidido dejar atrás su infancia en San Luis Potosí, su adolescencia en un convento de monjas texano y los inicios de su adultez trabajando como bailarina en la Ciudad de México para encontrar fortuna en el cine estadounidense.

La bella Lupe, hija de un soldado y una actriz de teatro, fue descubierta por el productor de cine Hal Roach y después de un par de castings, empezó a trabajar con él; sin embargo, su primera aparición en la gran pantalla fue con otro productor y a lado de Douglas Fairbanks, en la cinta muda “The Gaucho” (1927), que contra todos los pronósticos, resultó ser un éxito de taquilla y la catapultó hacia la fama.

Con la llegada del cine sonoro, su voz dotó de personalidad a cada uno de sus personajes y la convirtió en una de las actrices emergentes más importantes del momento. Poco a poco su carrera se fue inclinando hacia las películas de comedia y en 1933 se estrenó una cinta en la que demostró su incuestionable talento para este género: “Hot Pepper”.

Un año más tarde, participó en las comedias “Strictly Dynamite”, “Palooka” y “Laughing Boy”. También tuvo una aparición a lado del famoso dúo cómico estadounidense “El Gordo y El Flaco” —Laurel y Hardy— en la cinta “Hollywood Party” en 1934, producida por Hal Roach.

Entre 1937 y 1938 regresó a México para protagonizar “La Zandunga” a lado de Arturo de Córdova y Joaquín Pardavé, dirigida por Fernando Fuentes. Fue recibida como la estrella que era, con decenas de admiradores en espera de su arribo.

De regreso a Hollywood, Vélez protagonizó en 1939 la cinta llamada “The Girl from Mexico” (La chica de México) con el personaje de Carmelita Lindsay. Su popularidad fue tal que se tuvieron que escribir diversas secuelas y una de ellas le dio el mote más famoso con el que se le conocería en territorio estadounidense: “Mexican Spitfire” (la “Mexicana escupe-fuego” o “Mexicana que escupía fuego”).

A pesar de haber grabado más de 30 películas en el clásico y nostálgico Hollywood de las primeras décadas del siglo XX, a Lupe se le encasilló en papeles que señalaban su condición de extranjera, fórmula que poco a poco ha ido disminuyendo en el cine, pero que con tristeza sigue dominando sobre cualquier otro papel que pudiera interpretar un latino en el cine estadounidense.

El mito

Su vida era exitosa en lo profesional, pero como toda celebridad, el escándalo la acompañaba en su vida privada. Descrita por varios reporteros del espectáculo —estadounidenses, principalmente— como una mujer sumamente pasional, sus amores y amoríos la tenían constantemente en el ojo del huracán.

Lupe rompió con roles morales que había en su época; sin embargo, su arraigado catolicismo la llevaba a tener constantes choques consigo misma. Uno de sus romances más sonados fue con el actor Gary Cooper, con el que deseaba casarse. Ambos protagonizaron peleas y forcejeos públicos, por lo que ni la madre de este —en una actitud xenófoba— ni el estudio cinematográfico para el que Gary trabajaba, permitieron dicha unión.

Finalmente en 1933 se casó con Johnny Weissmuller, actor que protagonizó la película “Tarzan”, pero el matrimonio terminó en 1938 después de constantes peleas que se hicieron del conocimiento del público y en las que intervino en un par de ocasiones la policía de Los Ángeles.

Después de haber interpretado a Carmelita Lindsay en la serie de películas de “Mexican Spitfire”, Lupe volvió a buscar el establecer una familia a lado del actor francés Harold Ramond, de quien estaba embarazada. Cuando se lo comentó, él le dijo que no estaba en sus planes tener una familia y Lupe, agobiada por no querer tener un hijo fuera del matrimonio, decidió quitarse la vida.

Uno de los canales estadounidenses especializados en el medio del espectáculo dio a conocer que Lupe preparó todo para tener una muerte al “estilo hollywoodense” y morir “como una estrella”: citó a un grupo de amigos con los que cenó platillos mexicanos, no dejó de hablar de su muerte y, cuando partieron, se vistió elegantemente, dejó dos notas de despedida y tomó poco más de 70 pastillas para dormir.

Ahí fue donde nació el mito y la razón por la que es recordada, más que por su trayectoria. Hay versiones encontradas sobre lo ocurrido, pero la que más se ha difundido sobre su muerte es que después de haberlo planeado todo con cautela, la cena mexicana mezclada con el número de pastillas que había ingerido, jugaron en contra de Lupe provocándole el vómito por el que falleció postrada en la taza del baño un 14 de diciembre de 1944, a los 36 años de edad, y no recostada elegantemente en su cama como lo había planeado.

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EL UNIVERSAL cubriendo la nota del fallecimiento de Lupe Vélez, el 15 de diciembre de 1944.

Reivindicando a Lupe Vélez

La noticia la cubrieron tanto medios nacionales como internacionales. En México, EL UNIVERSAL le dedicó un par de artículos donde se hablaba de su suicidio así como del traslado del cuerpo desde California hasta la Ciudad de México, gestionado por Manuel Aguilar, entonces cónsul mexicano en Estados Unidos, para ser enterrada en el Panteón Civil de Dolores y que su tumba estuviera cerca de su madre, Josefina Vélez de Villalobos.

“En los círculos teatrales de esta ciudad ya ha comenzado a hablarse de erigir un monumento a la memoria de la estrella femenina probablemente más grande de México”, prosigue la columna, además de informar que la heredera de la tercera parte de su fortuna sería su amiga íntima y secretaría, Beulah Kinder. Después de la muerte de Vélez, la carrera actoral de Harold Ramond se vio sumamente afectada, ya que en su nota suicida Lupe lo acusaba de no haberla querido a ella ni a su bebé.

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EL UNIVERSAL se acercó a la madre y hermanas de la actriz, quienes en entrevista comentaron que Lupe era “rara” desde pequeña “siempre procuraba aislarse, tener sus propios amigos y era tan violenta y tan dulce a la vez, un temperamento incomprensible [...] Lupe nunca nos dio nada. A mamá sí, a ella la sostenía”, declaró su hermana Reina.

A pesar de su distanciamiento, su hermana afirmaba que Lupe se había quitado la vida por un amor no correspondido que conocía México y el mundo. Cuando el reportero de esta casa editorial les cuestionó si era verdad que Lupe se había escapado de la escuela cuando era niña, su hermana Mercedes contestó:

“Mentira. Yo no sé por qué habrán inventado tanta cosa. Lo cierto es que mi papá —el coronel Jacobo Villalobos— se preocupó por que todos sus hijos tuvieran esmerada educación, y fue así como mandó a todos mis hermanos, menos a mí que soy la mayor y que me quedé a acompañar a mi mamá, a los Estados Unidos”.

Su madre, la señora Josefina Vélez, era la única actriz dentro de la familia y advirtió, antes de separarse del padre de sus hijos, que alguno de ellos podía dedicarse a la actuación si así les parecía ya que “apellido no les hace falta: desde ahora todos mis hijos serán Vélez”.  Mercedes continúa diciendo que su hermana llegó a hacer una carrera  brillante y aunque los primeros años que estuvo en Hollywood se había llevado a su madre, después se quedó sola y distanciada de la familia.

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Escena de “Hollywood Party” en 1934, en la que Lupe Vélez aparece junto a “El Gordo y El Flaco”.

Otra de sus hermanas, Josefina, narró que la última vez que vio a Lupe hizo las paces con ella —aunque desconocía el por qué estaban peleadas— y que cuando la fue a dejar a su casa, Lupe le dijo que se quedaría con pendiente de que le pasara algo, ya que vivía en un bosque: “No la volvimos a ver, pero ha hecho muy mal. ¡Cómo no pensó en su madre, en este dolor tan grande que ahora tiene! Sí —interrumpió Reinita— hombres hay muchos; madre sólo se tiene una vez”.

Con el paso de los años, el nombre de Lupe Vélez sigue apareciendo en diversos programas de comedia y parodia estadounidenses. Lamentablemente hacen referencia a ella en forma de burla por cómo murió, su suicidio opacó todo su trabajo cinematográfico. Sin embargo, Lupe Vélez fue una de las primeras latinas en conquistar a Hollywood y también una de las primeras mexicanas que obtuvo su estrella en el Paseo de la Fama, motivo suficiente para dedicarle este pequeño homenaje.

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Fotografía antigua: Colección Villasana-Torres, Archivo Hemerográfico EL UNIVERSAL.

Fuentes: Archivo Hemerográfico EL UNIVERSAL. Artículos “Panteón Rococó espera visa" y “Deportan a Chabelita por no enseñarla", EL UNIVERSAL. Programa “Mysteries and Scandals: Lupe Velez” del canal estadounidense E! Entertainment Television. Hollywood Walk of Fame. Internet Movie Data Base.

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