Texto: Perla Miranda

Fotos actuales: Xochitl Salazar

Diseño: Miguel Ángel Garnica

La falta de solidaridad, de trabajo en equipo y que además no existe un proyecto de nación para fomentar el deporte en el país son las razones por las que el empresario Nelson Vargas afirma que morirá antes de ver a un nadador mexicano colgarse una medalla olímpica.

En entrevista con EL UNIVERSAL, quien fuera parte del equipo de entrenadores de la selección nacional de natación en la justa olímpica de México 68, dice que particularmente en esta disciplina los instructores no han sabido unificarse y que cada quien ve por sus propios intereses.

Ha pasado casi medio siglo de que Felipe El Tibio Muñoz subió al podio luego de ganar la presea aurea en la categoría de 200 metros pecho y de que Mari Tere Ramírez se colgó la medalla de bronce tras derrotar a la australiana Karen Moras en los 800 metros de nado libre, pero Nelson Vargas lo recuerda como si hubiese sido ayer.

En su memoria alberga dichas victorias que tuvieron lugar en la Alberca Olímpica Francisco Márquez, nombrada así en honor a uno de los niños héroes que dieron su vida para defender el castillo de Chapultepec en 1847 y la cual fue inaugurada por el presidente Gustavo Díaz Ordaz el mismo día pero de 1968.

“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas
“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas

El dueño de 18 acuáticas en distintos puntos de la república, describe estas instalaciones ubicadas en la intersección de las avenidas Río Churubusco y División del Norte como una obra maravillosa que a la fecha conserva su arquitectura, allí se celebraron las competencias de natación, clavados, waterpolo y la prueba de natación del Pentatlón Moderno.

“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas
“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas
“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas
“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas

Aunque Vargas cree que esta alberca es significativa porque ha enseñado a “gente del pueblo” a nadar, también lamenta que no sea un semillero que produzca campeones en el deporte. “Han pasado miles y miles de chamacos por esa fosa de clavados, es muy triste que no haya salido de ahí alguien que representa al país en los juegos olímpicos”, dijo.

El día que México se bañó en oro tibio

Los juegos olímpicos de 1968 son el recuerdo más grande en la vida de Nelson, no sólo por las hasta ahora irrepetibles medallas que consiguieron dos de sus pupilos en una justa veraniega, sino porque en el entrenador Ronald Johnson –quien estaba al frente del equipo mexicano en los JO– encontró al padre que no tuvo.

Cuando Ronald llegó al país en 1966, le transmitió a Vargas la misma mentalidad férrea de que México podía tener éxito en los juegos olímpicos en la disciplina de natación. El magnate deja claro que aunque él también fue mentor de Felipe Muñoz y Mari Tere Ramírez, fue Johnson quien puso las bases técnicas para que estos ganaran sus medallas.

“Yo era un jovencito de 25 años, entrenador del seguro social y tuve la fortuna de meter a la selección nacional a cinco nadadores y más afortunado fui de que uno de ellos ganara un oro”, narró emocionado Nelson.

“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas
“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas

El “profe” como habitualmente le dicen, recibió a EL UNIVERSAL en una de las acuáticas que llevan su nombre, a pesar de que ofrece la privacidad de su oficina es posible escuchar a los niños que aprenden a nadar en la alberca que se encuentra a unos pasos de este lugar.

Las paredes están tapizadas con fotografías de diversos personajes, en una se ve al Tibio, en otra se al ex futbolista y ex seleccionador nacional, Hugo Sánchez, unas más de la taekwondoín Iridia Salazar y una que nos muestra con orgullo el propio Vargas en donde se ve al laureado Michael Phelps jugando póker.

En su “territorio”, sintiéndose cómodo y acompañado de un café, Nelson recuerda cómo vivió aquel 22 de octubre de 1968. Pero antes menciona que debe ser honesto y decir que en esas olimpiadas la gente pensaba que Felipe no tenía ninguna posibilidad de subir al podio pero “estaba equivocada”.

Incluso una de las personas más escépticas era el director de la Clínica 23 del IMSS, lugar donde trabajaba el profe. “No creía que jóvenes con tercer grado de desnutrición fueran a ser campeones olímpicos”, pero el directivo vio tan entusiasmado a Nelson que decidió apoyarlo en todo, al final cinco de esos jóvenes pudieron colarse a la selección nacional de natación.

El día que ganó El Tibio, “yo le conseguí un boleto al director, recuerdo que llevaba sus binoculares. Esa noche se llevó una gran sorpresa, vio a un chamaco desnutrido subirse al podio olímpico”, recordó el entrenador.

“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas
“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas

Como anécdota, Nelson recuerda que además de que Ronald Johnson les transmitía mucha confianza tanto a los deportistas como a los entrenadores, tenían un rito: cuando practicaban en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano, llenaban botellas de plástico con agua de sus albercas, cuando iban a eventos internacionales y a los propios juegos olímpicos llevaban sus botellas. Johnson les decía que era de buena suerte vaciar el agua de las botellas a las albercas donde competirían porque “era nuestra agua, el agua donde entrenábamos, entonces contaminábamos las albercas para que nos diera fuerza, era algo muy bonito”.

Algo que no puede olvidar Vargas es que en ese tiempo el fumaba y Ronald le pidió que le diera un masaje a su alumno para relajarlo, él no dejaba el cigarro hasta que Felipe le dijo “profe, me va a poner más nervioso, me va a quemar, deje de fumar”.

Él cree que algo que ayudó al Tibio fue que toda la prensa nacional e internacional se fijaba en Guillermo Echevarría quien había impuesto un récord mundial en el campeonato internacional de Santa Clara. Además de que siguió al pie de la letra las instrucciones de Ronald Johnson, el entrenador le dijo que no saliera muy rápido, que buscara la forma de ir detrás de los dos contendientes que tenía, que fuera poco a poco, al grado de decirle en cuanto tiempo tenía que pasar los primeros 50 metros, los segundos 50 y seguir así, hasta cierre y nunca voltear. “Felipe lo cumplió y pues bueno obtuvo resultados”. Para Vargas el 70% del mérito es de El Tibio y el otro 30 de Ronald Johnson.

Cuando Felipe Muñoz ganó fue la locura, “jamás en la vida había visto un protocolo tan mexicano” dice Nelson, pues al finalizar el himno nacional los jueces de todos los carriles corrieron hacía El Tibio, lo cargaron en hombros y le dieron una “vuelta al ruedo” de la alberca.

“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas
“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas

Al término del evento, Ronald se despidió y le pidió a Nelson que llevara a Felipe a la Villa Olímpica pero él, lleno de adrenalina, quería festejar. “Lleve a Muñoz a la Villa, pero yo seguía con mi calentura de festejar”, el profesor convenció a su alumno y juntos se fueron al “Gallito” un restaurante ubicado en la avenida Insurgentes. “Al final íbamos como cuarenta personas, varios atletas se nos pegaron, nadadores, en fin”, cuenta el entrenador.

Como iba con el recién campeón olímpico, Nelson creyó que en el restaurante no les cobrarían ni un solo peso, además veía a la gente sorprendida y emocionada de ver a Felipe; sin embargo los dueños de “El Gallito” dijeron que no podían perdonar la cuenta y lo único que podían hacer por ellos era hacerles un pequeño descuento. “Pues al final ahí nos veías poniendo dinero entre todos, sacando lo que no teníamos”, relata entre risas el instructor.

“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas
“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas

Con Felipe hizo una extraordinaria amistad cómo atleta y como entrenador, sin embargo esta se rompió “cuando vendió su alma al señor Vázquez Raña” de ahí se paró todo, “él con sus intereses, yo con los míos y pues lo sigo admirando como atleta, más no como funcionario”.

Lluvia de balas en Tlatelolco

Si al empresario se le cuestiona sobre 1968, sin duda lo primero que recuerda es la justa olímpica, pero también asegura que no puede olvidar la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco.

Aquel miércoles, era un día normal para Vargas. A pesar de ser entrenador en la selección nacional de natación, seguía dando clases a sus alumnos en la Clínica de la Unidad Morelos, recuerda que tenía dos alumnas de apellido Nolasco, quienes se encontraban nadando, cuando de pronto llegó el padre de éstas y le avisó al profesor que se las llevaría.

Sorprendido, Nelson preguntó qué es lo que pasaba y el padre de familia sólo le dijo que en Tlatelolco había una revolución y no quería que sus hijas fueran para allá. Al término de dar clases, el profe sintió mucha curiosidad por saber que ocurría en el centro de la ciudad, y cómo tenía que ir a la Villa Olímpica que estaba en avenida Insurgentes, pensó que Tlatelolco le quedaba de paso.

“No se me olvida que iba pasando por Relaciones Exteriores y había unas barricadas, pude meter mi vocho, no vi a nadie, cuando llegue a los edificios había un tiroteo de arriba para abajo y al revés, para todos lados”. De inmediato el entrenador decidió salirse pero cuando intentó hacerlo “llegaron unas julias azules, de esas que tienen barrotes” y lo subieron, le preguntaron qué estaba haciendo ahí, Nelson empezó a temblar no dejaba de repetir “oiga, soy entrenador de los juegos olímpicos” y le contestaban que estaba loco, al final le pidieron una credencial que lo avalara como coach y le dijeron “lárguese”.

A 48 años, el profesor dice que a pesar de que no dejaba de ver y escuchar el tiroteo nunca se preocupó por su vida, sentía presión porque justo ese día le habían entregado los uniformes para las olimpiadas. “No temí por mi vida, temí por no estar en los juegos, en no estar en la competencia por burro, que tal me robaban los uniformes o me quedaba sin boletos, eso sí me dio miedo”.

Como entrenador deportivo, dice que en el 68, él al igual que sus alumnos estaban en “una burbuja” apartados del movimiento estudiantil, a pesar incluso de que Felipe Muñoz estudiaba en la Isaac Ochoterena, pero no sabían qué pasaba, “estábamos desinformados, solo nos preocupaba entrar al medallero”, afirmó Nelson Vargas.

“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas
“Moriré sin ver otro oro en natación”: Nelson Vargas

La clausura de la justa veraniega dividió el corazón de Nelson Vargas; por una parte todo era fiesta, pues el país obtuvo 9 medallas y dos de ellas en natación. Pero el fulgor se terminó para el profe ya que justo el día de la clausura uno de sus hermanos lo buscó en la Villa Olímpica para decirle que su abuela se estaba muriendo.

El entrenador no dudo ni un segundo, no le importó perderse el cierre de las olimpiadas y se “fue volando” a ver a su abuela, lamentablemente cuando llegó, ella ya había muerto. “Es una anécdota muy simbólica para mí, pues ella me crio desde chiquito, nos formó a mis hermanos y a mí, me dijeron que antes de morir dijo que yo había triunfado, eso jamás lo olvidaré”.

“No puedes ser profeta en tu tierra”

Nelson quedó a cargo del equipo olímpico cuando Ronald Johnson se fue, pero un año después “trajeron a un entrenador norteamericano” fue en ese momento que decidió a fundar una escuela de natación, la cual abrió en Lindavista en 1978.

Años más tarde tuvo la oportunidad de enseñar al entonces presidente Ernesto Zedillo a nadar, pero el primer mandatario se quejaba porque no aprendía tan rápido como esperaba. Ante esta situación, Vargas llevó a Los Pinos a Ronald Johnson. “Un día le dije, va a venir el entrenador de las olimpiadas y me dijo que sí, porque conmigo de plano no podía”.

El ahora empresario dice que en el país no hay una educación deportiva, con tantos problemas sociales, económicos, con impunidad y corrupción y no cree que la situación vaya a cambiar. Asegura que en el país hay una fuga de talentos y por eso  nadadores mexicanos están entrenando en el extranjero, “porque aquí no hay apoyo”.

Pone de ejemplo que él es más reconocido en Estados Unidos que en el país. “Me da mucha tristeza, desgraciadamente en México cuando a uno le va bien y tiene recursos pues le pasan cosas terribles, como lo que pasó con mi pequeñita”.

Con respecto a la falta de apoyo a los atletas dice que en los últimos diez años el presupuesto para el deporte ha sido histórico y sin precedentes. “Por dinero no paran, pero no hemos sido capaces los dirigentes del deporte, incluido yo, en darle una estabilidad, la gente que maneja el deporte busca los intereses propios y nos pasa no solo en el deporte sino en la mayor parte de las actividades de la vida nacional y lamentó que el Comité Olímpico sea un simulador, un lugar de ‘socialité’ en donde no se prepara a los practicantes de las diferentes disciplinas ni se preocupan por su desarrollo antes o después de ganar cualquier tipo de medalla”.

Para finalizar, Vargas mandó un mensaje a los deportistas que por su mérito llegaron a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro: “Deben estar muy orgullosos de ser los únicos que dieron marca A para llegar ahí y aunque sabemos de las pocas posibilidades que tienen, si se ubican entre los 30 mejores, yo seré el hombre más feliz”.

Fotos antiguas: Archivo de EL UNIVERSAL.

Fuentes: Entrevista con Nelson Vargas.

Google News

Noticias según tus intereses