Texto: Carlos Villasana
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Hoy es ya cotidiano escuchar que suben los niveles de contaminación, lo oímos en las noticias y en las conversaciones diarias. Las partículas y gases nocivos en el ambiente hacen que parte del transporte vehicular particular y público pare actividades, todos bajo la normatividad del programa Hoy No Circula, el cual se hizo oficial en marzo de 1990, luego de que la agrupación ecologista “Mejora tu Ciudad” lo impulsó en 1984.

En sus inicios el programa era voluntario e invitaba a los automovilistas a dejar de usar su vehículo un día a la semana; para ello se repartieron cerca de 400 mil calcomanías que mostraban el día que debían parar y se debían pegar en los parabrisas de los automóviles.

Fue en enero de 1988 cuando la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente determinó las bases del programa vehicular que hoy, con algunas modificaciones, aún rige. Esta legislación responsabilizaba a los gobiernos estatales de la operación de sistemas de verificación y al mismo tiempo daba estímulos fiscales a quienes operaran estos equipos.

En su capítulo 1, artículo 112, determinaba que los gobiernos de los estados y de los municipios establecerían y operarían sistemas de verificación de emisiones contaminantes. También establecerían requisitos y procedimientos para regular el transporte, “excepto el federal…y la suspensión de circulación en casos graves de contaminación”.

En su artículo 116 decía que se otorgarían estímulos fiscales a quienes “adquieran, instalen y operen equipo para el control de emisiones contaminantes…fabriquen o instalen o proporcionen mantenimiento a equipo de filtrado de emisiones contaminantes”.

Es un año después, en 1989, que la administración capitalina lo aplica por primera vez. El 6 y 20 de noviembre se publica en la Gaceta Oficial y en el Diario Oficial de la Federación, respectivamente, el acuerdo en el que se establecían los criterios para limitar la circulación vehicular un día a la semana.


Portada de EL UNIVERSAL del martes 21 de noviembre de 1989, en que se informa que tras el primer día del programa Hoy no circula, también llamado, “Un día sin auto”,  ocho mil coches fueron llevados a los corralones.

En la misma nota de noviembre de 1989, EL UNIVERSAL destacaba que en el primer día del Hoy No Circula la policía dejó sin remitir vehículos de varios “influyentes”, en sus 40 puntos de retención. En la parte superior de la portada también se anunciaba de forma paralela el lanzamiento de la gasolina anticontaminante, misma que no tendría un costo especial.

Sí, alguna vez la verificación fue gratis

También se instalaron los centros de diagnóstico, que con la entonces nueva Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección del Ambiente, contemplaban la revisión gratuita de los motores de vehículos de modelos no recientes, que en una primera etapa comprendieron todos aquellos entre 1977 a 1982, aunque poco tiempo después incluyó también modelos nuevos.

Las verificaciones gratuitas duraron poco, pues luego se anunció que tendrían un costo por cada una a partir del siguiente año.

Aquel programa de 1989 ya adoptaba el nombre de Hoy No Circula y establecía un horario de restricción a partir de las 5 de la mañana y hasta las 8 de la noche en la Ciudad de México, y duraría de noviembre a febrero del año siguiente.


Centro de verificación vehicular móvil instalado en las inmediaciones de la Glorieta del Ángel de la Independencia en 1989.

Inversiones térmicas, agravantes del problema

En la temporada invernal es cuando se presentan las llamadas inversiones térmicas, las cuales provocan que el aire contaminado y frío permanezca en una capa más baja de la atmosfera, en vez de arriba, incrementando los riesgos para la salud, pues se dificulta la dispersión de contaminantes.

Así, para de 1990 se publicó un nuevo acuerdo en el Diario Oficial de la Federación que indicaba como “obligatorio y permanente” la limitación para circular un día de la semana. El programa se aplicaba a todos los automotores que prestaran cualquier servicio, excepto unidades de emergencia, seguridad y servicio público de pasajeros. Este mismo año también se aplicó en el Estado de México, bajo las mismas circunstancias establecidas en la Ciudad de México.



Largas filas de automovilistas cercanas a los centros de prevención y control de la contaminación cuando se hizo público que el diagnóstico y verificación de vehículos, hasta entonces gratuito, tendría un costo por cada verificación a partir del siguiente año. La demanda fue tal que la prórroga se extendió un mes más.

La flota vehicular en 1990, según cifras oficiales, era la responsable de la emisión de más del 70% de los contaminantes en la Ciudad de México. En la actualidad, de acuerdo con información de la Secretaría de Transporte y Vialidad (Setravi) el parque vehicular de autos particulares en el Distrito Federal representa 10.7% del total nacional, de un universo aproximado a los 20 millones de vehículos que circulan por la República Mexicana.

No pasó ni un año cuando se volvió a establecer otro acuerdo, el 16 de enero de 1991, ahora a petición de organizaciones transportistas, el horario de restricción era de las 10 de la mañana a las 9 de la noche y también se obligaba el descanso para automotores del transporte público de pasajeros, los días sábados de forma alternada y de acuerdo al último dígito de su matrícula, así funcionó hasta 1997.

Antes en 1996 hubo una actualización de dicho acuerdo en el que se definían condiciones especiales para exentar de esta restricción a vehículos que contaminaran poco; con ello, se pretendía incentivar la renovación del parque vehicular, sobretodo de los particulares y de modelos 1992 y anteriores que no contaban con el convertidor catalítico y un sistema de inyección electrónica de combustible (full inyection).

Y empezaron a circular todos los días…

Fue el 30 de octubre de 1998 que el programa vuelve a actualizarse, ahora con la pretensión de motivar a la Industria Automotriz Mexicana a cumplir de forma voluntaria, y por ese año con estrictos niveles de emisión que más adelante se aplicarían obligatoriamente a partir del año 2001.

Así los vehículos nuevos que no contaminaran podrían quedar exentos tanto de la verificación vehicular como del programa Hoy No Circula hasta por dos años. Fue así que se incrementó la compra de autos nuevos, y con ello la flota vehicular, pues algunos automovilistas justificaban el uso del vehículo por la falta de un transporte público eficiente, otros por la inseguridad o, bien, por la comodidad que brinda viajar en auto propio, sin empujones.


Un camión de la desaparecida Ruta 100, de los llamados “ecológicos”, emite una nube de contaminantes al circular por San Jerónimo. La cromática azul y verde en los costados se extendió a la parte posterior donde una gran variedad de dibujos y paisajes relacionados a la naturaleza adornaban las ventanas traseras de las unidades en los años noventa.

A este programa se le han sumado más restricciones que aplican cuando los niveles contaminantes son muy altos, ejemplo de ello es cuando entra el estado de alerta llamado “Contingencia Ambiental”.

La contingencia prohibía la circulación del 40% de los vehículos en la ciudad, aunque después llegó hasta un 60% de la flota con holograma 2, modelos 1991 o anteriores o unidades de modelo 1993 posteriores con problemas de mantenimiento y que son los que también propician altos niveles contaminantes.

En su oportunidad, EL UNIVERSAL también advirtió sobre la existencia de benceno entre los componentes de los gases contaminantes suspendidos sobre el Valle de México. Dependiendo de los niveles, este compuesto podía provocar entre otros malestares: sueño, mareo y dolor de cabeza.

Con programa o no, con verificación o sin ella, los vehículos, sobre todo de servicio público y de carga siempre han contaminado de forma abierta sin que las autoridades apliquen de forma contundente alguna medida que evite esta situación.


Uno de los camiones conocidos como “delfines” a mediados de los años setenta, emite una densa nube contaminante al circular por Avenida Juárez. Salvo un señor que se cubre la boca, los demás transeúntes parecen estar acostumbrados a la neblina que los rodea.

Hoy algunas obras viales que se llevan a cabo en horas pico de circulación, así como  camellones improvisados, como los recién construidos, en avenidas como Revolución y Patriotismo de gran aforo vehicular, y sólo por mencionar algunas, favorecen la contaminación al entorpecer la fluidez del tráfico vehicular y causan choques y accidentes por su inadecuada señalización.

Nuestra foto comparativa es una vista de avenida Juárez en 1992, en la que la contaminación hace prácticamente imposible distinguir la estructura de la Torre Latinoamericana dibujada en el horizonte, a tan sólo unas cuadras de distancia, la foto es del archivo de EL UNIVERSAL.

La foto principal, también de 1992, muestra una enorme nata verdosa que invade el aire capitalino, donde sobresale la torre de Telmex entre más edificios apenas visibles, también es del archivo de EL UNIVERSAL.

Actualmente, debido a la Contingencia Ambiental desde el 5 de abril hasta el 30 de junio todos los vehículos (inclusive hologramas 0 y 00, que estaban exentos) dejarán de circular un día en la semana y un sábado al mes, de acuerdo con el color de holograma o último dígito de la placa.

Mientras que a partir del 9 de julio de 2016, el nuevo programa Hoy No Circula 2016 determina que los hologramas se asignarán de acuerdo con los niveles de emisión del vehículo, y no por su antigüedad. Sólo el holograma 00 seguirá con una restricción de edad máxima, que es de dos años.

Fotos antiguas: Archivo fotográfico EL UNIVERSAL

Fuente: Sitio web: http://www.hoy-no-circula.com.mx/; Secretaria del Medio Ambiente  y archivo EL UNIVERSAL.

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