Texto: Xochiketzalli Rosas
Foto actual: Alejandro Acosta

Tras el toque del tambor, como si se anunciara la formación de los soldados listos para la batalla, se abren las puertas del Museo Nacional de las Intervenciones, y de inmediato la música de las gaitas se une al unísono. Son las cinco en punto de la tarde. La Banda de Gaitas del Batallón de San Patricio sale de las entrañas del inmueble edificado en 1524 por una orden de Franciscanos para ofrecer un concierto.

Los ochos gaiteros y los seis tambores caminan despacio, sin perder el ritmo de la música que interpretan en honor a las tropas irlandesas y escocesas que lucharon al lado de las cuadrillas mexicanas del general Pedro y María Anaya durante la Guerra de Intervención de 1847; en lo que conocemos como la Batalla de Churubusco.

La fachada de este recinto histórico ―muy cerca del metro General Anaya― aún conserva los agujeros de las balas de aquella batalla en la que los norteamericanos vencieron al ejército mexicano y a un batallón aliado de soldados irlandeses y escoceses, quienes habían desertado de las filas militares estadounidenses. De acuerdo con el portal que el gobierno mexicano creó para el Bicentenario de la Independencia, esto ocurrió porque por tratarse de  inmigrantes católicos eran maltratados; así que se integraron a las fuerzas mexicanas en 1846.

Aquel grupo de soldados siempre portaba una bandera de seda verde esmeralda, el color representativo de su país, con la imagen de San Patricio bordada por un lado; además de un trébol y un arpa por el otro. Fueron varios combates los que compartieron con las cuadrillas de nuestro país, pero la más representativa fue en la del Ex Convento de Churubusco, porque luego de tres horas de combate las fuerzas mexicanas fueron derrotadas y a los miembros del Batallón irlandés de San Patricio los hicieron prisioneros y, después de someterlos a un consejo de guerra, a algunos los ahorcaron y a otros los fusilaron.




Cañones ubicados en la parte lateral del Museo que se instalaron cuando se fortaleció el recinto para la batalla contra Estados Unidos

Ahí la importancia de este recinto que el 13 de septiembre de 2016 cumplirá 35 años que se inauguró como el Museo Nacional de las Intervenciones, pues el edificio existe desde 1524 cuando tenía el nombre de Convento de Churubusco de Nuestra Señora de los Ángeles y se ubicaba en el entonces pueblo de Huitzilopochco. Los franciscanos se lo cedieron a los dieguinos, otra rama de esta orden religiosa, en 1580 y en esta fecha el edificio sufrió varias modificaciones y ampliaciones que grabaron su fisonomía actual.

Para la guerra contra Estados Unidos, el convento fue fortificado, pero tras la derrota el país norteamericano ocupó el inmueble y lo saqueó. En 1869, Benito Juárez como presidente de México lo declaró monumento nacional y, en 1919, bajo la presidencia de Venustiano Carranza se ordenó la creación del Museo Histórico en Churubusco. Desde entonces había albergado a la Escuela de Pintura al Aire Libre, el Museo del Transporte, así como distintas dependencias del INAH.


En los años 1979 y 1980 daban un folleto a la entrada del entonces Museo Histórico de Churubusco, antes de ser el Museo de las Intervenciones, el cual albergaba una colección sorprendente de vehículos de personajes históricos

Por eso, esta banda de gaitas ensaya en el interior de museo, porque fue el sitio de la última batalla en la que participó el Batallón de San Patricio. Justamente, esta agrupación fue fundada en 1997, año en que se conmemoró el 150 aniversario de la gesta heroica de aquel grupo de soldados irlandeses y escoceses que combatieron con México contra los gringos el 20 de agosto de 1847 ―después de que estos se anexaron Texas― en aquella batalla que dejó  mutilado a nuestro país sin más de la mitad de su territorio original.

Este domingo de marzo, el primero del mes, la banda de gaitas no sólo asisten a la cita mensual que tienen en este lugar conocido como el Ex Convento de Churubusco para realizar la ceremonia llamada Tattoo  (Retreta Militar); también se preparan para las celebraciones por el Día de San Patricio, el 17 de marzo, santo patrón de Irlanda; una fiesta nacional y que impacta a nivel mundial.

En la explanada externa de este recinto los aguardan  22 filas de asientos repletas de gente, y muchos de pie, que quiere deleitarse con el concierto. Todos observan la cadencia con la que avanza la banda. El aire apenas mueve las hojas de los árboles que rodean al edificio. Las melodías se dispersan por todos los alrededores. En ningún momento dejan de tocar, incluso un pequeño de tres años que se integra a la banda con su tambor no detiene los golpes de la baqueta. Durante 30 minutos, pieza tras pieza, interpretan la música característica de ese país.

Los 14 jóvenes que integran la banda parecen soldados; están organizados de acuerdo con la estructura militar de las bandas de gaita en Escocia. Caminan erguidos, siguiendo las instrucciones del tambor mayor: un hombre que camina al frente de ellos y que con un bastón los dirige por dónde marchar; mientras que atienden al gaitero mayor, quien es quien les indica el cambio de melodía.

Los dos instructores sobresalen del resto porque llevan atravesada en el pecho una cinta roja; ése es el distintivo de su jerarquía. Todos ―tanto hombres y mujeres― portan con elegancia el kilt, un trozo de tela a cuadros en tonalidades verdes que puesto alrededor de la cintura luce como una falda.

José Manuel Gutiérrez, el tambor mayor que dirige el desfile y uno de los fundadores, dice que la misión de la banda de gaitas es difundir la música de este instrumento en nuestro país, además de honrar la memoria de los integrantes de dicho batallón.


José Manuel Gutiérrez, tambor mayor de la Banda de Gaitas del Batallón de San Patricio

Él y su hermano Rafael iniciaron todo. Los dos son mexicanos y cuando eran niños vivieron una temporada en Estados Unidos; ahí fue donde conocieron el instrumento musical y algunos bailes de Irlanda. Les gustó la música y el folclor. José se inició con un grupo de baile en Sociedad de San Andrés, y Rafael, quien ahora es presidente de este organismo, fundó la banda al notar la ausencia de gaiteros. Él, Rafael, empezó a aprender a tocar el instrumento en 1986, después comenzó a formar grupos para llegar a lo que son en la actualidad.

La primera banda se integró en el año 1991, hasta que se formó una banda más estable, como la actual, donde hay muchos líderes e instructores que han permitido que Rafael se dedique a promover las actividades de la agrupación.

“El tiempo libre lo dedicamos a tratar de difundir esto. Nos interesa que más gente aprenda. Aprender a tocar gaita es complicado. Es como cualquier instrumento, necesitas estudiar y practicar mucho. Que seas obsesivo, que lo hagas diario. Nada que vale la pena es fácil. Cualquier manifestación de cultura de otro país enriquece cualquier lugar. Y ayuda a que México se vuelva más cosmopolita”, asegura José Manuel al terminar la exhibición musical.

Fuente: INAH, Museo Nacional de las Intervenciones y Banda de Gaitas del Batallón de San Patricio.
Foto antigua: Archivo EL UNIVERSAL


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