En épocas electorales existen marcas (partidos, candidatos, movimientos) y tendencias. Factores que, combinados, pueden influir en el rumbo de una contienda; para ello hay que plantear estrategias que permitan aprovechar las herramientas con las que se cuentan.

2017 es el año en el que tres entidades federativas elegirán a un nuevo gobernador, Estado de México es la más importante, no sólo por la cantidad de electores que representa para la sucesión presidencial, sino por lo que significa históricamente para el partido en el poder.

Debemos considerar entonces que un candidato es un factor que difícilmente puede aislarse del partido al que pertenece y por lo tanto el dirigente formal o fáctico de la institución política puede contribuir directamente en la percepción ciudadana.

La contienda mexiquense no será la excepción y por ello desglosaremos a los tres dirigentes, partidos y candidatos que pujan más fuerte por el ejecutivo estatal.

En primer lugar, tenemos al partido que jamás ha dejado de gobernar en dicho estado, el PRI. Aunque Enrique Ochoa Reza sea el presidente del CEN, la persona que ejerce el mayor liderazgo a nivel nacional de la institución es el primer mandatario Enrique Peña Nieto, quién tiene los mayores niveles de desaprobación ciudadana en la historia y que por si fuera poco es primo del actual candidato Alfredo del Mazo, haciendo una asociación directa y a todas luces negativa en términos de popularidad.

Después encontramos a la candidata de Acción Nacional, Josefina Vazquez Mota. Considerada la gran perdedora de la elección presidencial de 2012, cuando luego de una pésima campaña de comunicación y mercadotecnia política ubicó a su partido en el tercer sitio. En este año llega con nuevos bríos, aun con la polémica que la envolvió al interior de su organización política, salió victoriosa y en el anuncio de su designación, reunió a diversos sectores azules incluyendo a los Calderón y a Ricardo Anaya, enviando un mensaje de unidad.

Finalmente encontramos a Morena, el partido político un con gran crecimiento en los últimos años no sólo en el Valle de México, sino en todo el país. Curiosamente es el partido más personalista que existe, pues su fuerza radica en la popularidad y consolidación de su líder.

Es precisamente ese punto, el que hace surgir cuestionamientos alrededor de la postulación de la maestra Delfina Gómez Álvarez, la cual parece ser sólo la imagen que emplearía AMLO para obtener la joya de la corona.

La ex alcaldesa de Texcoco y ex diputada federal maneja un perfil particular. A pesar de tener grado de maestría, se muestra con un lenguaje coloquial y sereno, un aspecto poco producido que proyecta sencillez y logra conectar con un sector del electorado que se identifica con su dirigente.

Por esa misma razón es preciso cuestionarse ¿Qué tanto le afecta o beneficia ser una extensión de López Obrador?

En cuestión discursiva representa una gran ventaja, pues su mensaje es simple y directo, continuar con la línea del líder, promover austeridad y cambio, exponiéndose como la única posibilidad real del mismo, pues todos los demás partidos en competencia directa pertenecen a la denominada “mafia del poder”.

Aunado a ello, puede apoyarse en ser una candidata que atraiga el voto femenino que representa un gran número de potenciales electores y más en una contienda tan cerrada como se vislumbra.

Con dos elecciones victoriosas en su historial, se perfila como una seria aspirante para lograr la alternancia en un estado que no conoce a un partido en el poder estatal que no sea el Revolucionario Institucional.

Aunque su candidatura conlleva ataques, la mayoría se dirigen a Andrés Manuel y a la figura del “populismo” que se ven contrarrestados con los números cada día más sólidos que señalan al tabasqueño como el candidato más fuerte para llegar ocupar la Presidencia.

Josefina, por su parte, tendrá que abocar su mensaje político en dos vertientes, la que cuestionará los malos gobiernos priístas y el “peligro” que representaría que el Edo. México sea gobernado por Morena.

Hasta ahora, los números apuntan un empate técnico, según la última encuesta de EL UNIVERSAL en febrero de este año, en los distintos careos donde aparecen los tres contendientes punteros, tienen una diferencia no mayor al 3% respecto a la intención del voto.

Si la imagen y las tendencias se imponen, el bastión tricolor por antonomasia dejará de serlo en junio próximo y su siguiente gobernante será una mujer, dependerá de la estrategia, la campaña y la conexión que logren con los ciudadanos, definir si Delfina le pondrá un pie a AMLO en Los Pinos o si Josefina meta de lleno a Anaya en la pelea presidencial.

FACEBOOK: MIGUEL DELGADILLO IBARRA

TWITTER: @mike_delgadillo

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